miércoles, 2 de marzo de 2011

El bueno, el crespo y el claro

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Julián Creis y José Luis Morales
Pleno
De martes a martes, de 22 a 1 de marzo. Julián Creis, el hombre bueno, presentó su libro Semblanzas y homenajes en la Casa de Castilla-La Mancha. A salón lleno, gentes en pie. Lo importante no era el libro, que también, sino su persona. Tan es así que José Luis Morales, que lo presentó, ciño sus palabras –ajustadas, precisas, cultas- en torno al perfil personal de Julián: discreto, educado, amable siempre, compañía, inteligente, tímido poeta. Y sobre todo amigo. Despistado también. Acunado por las manos de Maruja, su mujer, su paisaje total. Todo lo que dijo José Luis era sabido ¡pero lo dijo tan bien! El libro es una recopilación necesaria de artículos periodísticos. Semblanzas de poetas, pintores y/o científicos que han alimentado la aventura valdepeñera de la Bodega A-7. Era la época en que la mano generosa de Paco Creis, el hermano de Julián, la mantenía. El libro viene introducido por un prólogo abrazo de Pedro A. González Moreno. Hubo lecturas por parte de Fernando y Cándido, sus sobrinos. Luego un vino valdepeñero. Un Ágora blanco fresquísimo.

Pedidos a la web de Fundación Alambique.
9 euros. Portes gratuitos 
Agustín Porras es el hombre crespo. Dedica el Nº 2 de El Alambique, revista de poesía que soporta Jorge Dot, a la figura de Ángel Crespo. Dice Agustín que pretenden acercarse con su revista a poetas sin escaparate. Con este número, a la discreción del manchego. Habló antes Miguel Losada, habló después Ángel Guinda para apuntar una aventura fronteroportuguesa, en tiempos pretéritos, con Crespo, Pilar y Trinidad y su correspondiente pareja de la guardiacivil. Habló con exactitud pausada, para cerrar, Amador Palacios sobre la gestión del especial que centra el Nº2 de El Alambique. Dijo de la biografía, próxima aparición, que se ha atrevido a realizar sobre el poeta, dijo de los colaboradores, algunos presentes, dijo de la voluntad poética de Crespo. Como la revista admite poemas inéditos de actuales forzados, los allí presentes leyeron sus envíos. De ellos, recuerdo la pulcritud personal y lectora de Javier Lostalé. Hubo luego vino en El Alambique, taberna de la que la revista toma nombre. Conversación sin trabas. Y vinos finales, a altas horas, en el triángulo insospechado de La Ochava.

La mirada clara de Antonio Daganzo
Es claro Antonio Daganzo en su mirada. Hasta la transparencia. Estuvo leyendo, después de proclamar sus gratitudes, en la Tertulia Montesinos. Presentado por el poeta chileno Sergio Macías, hizo un pausado recorrido por lo editado: del amor presentido de su primer libro, pasando por la motivación musical y escritora del segundo, hasta llegar a la crónica de la victoria sobre el dolor de su tercera entrega, “Mientras viva el doliente”. Una voz pulcra, subrayadora de matices, dio muestra de cansancio al final. Así se creó el perfecto clima para unos cinco últimos poemas gozosos, hímnicos, de plenitud vital y amorosa, entre los que destacó “El vino navegao”. Escuchando estaba Carolina, surchilena, protagonista, y también enamorada. Como estaban Justo Jorge Padrón, Jesús Riosalido, Morales Barba, Ángela Reyes, José Luis Morales, Rafa Soler, Paco Moral, López Azorín, Manolo Cortijo, Aarón, Juan Ruiz de Torres, Lola de la Serna, Pepe Elgarresta, otros, otras, familias, los habituales y Carmina Casala, que animó el debate. Es ahí donde oímos que la poesía de Antonio Daganzo camina desde la erosión a la alegría. De acuerdo.
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