martes, 22 de febrero de 2011

Un poema: Gestos errantes

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Con la edad los poetas
son sólo vagabundos
-creyó
oír de Wallace- frágiles voces
que viven sin azar,
sin el imaginado
azar,
gestos errantes,
buscadores de lenguas
y ciervas en el bosque,
recolectores
de baldías raíces,
son absortos
geómetras de espacios sin medida,
himno sin rosas.

Y son mendigos, pasos, no profetas,
no hay profetas

la conciencia que vaga.

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viernes, 18 de febrero de 2011

Sólo lunes y martes

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Esta semana solamente hubo trabajo lunes y martes. El redactor-jefe tuvo piedad. El lunes en Ciudad Real, el martes en Madrid. Se agradece la relajación.

Lunes 14


Rubén Martín Díaz en la UCLM
Mis poetas amigos de Ciudad Real, los del grupo Guadiana, quisieron celebrar la cosa de los enamorados. Repartieron papeles con versos por la plaza mayor y se convocaron en la Subtexto, un librería dedicada a la ilustración, para leerse sus poemas. Cuando más agitado estaba el panorama: Elisabeth, David, Diana, José María, Eugenio…, llegaron Valverde y De Lara y con ellos las cámaras. Me mimó la charla con Carmen Bermejo, actriz. No pude quedarme a las lecturas. No por el riesgo que para mi salud tiene lo de enamorarme de nuevo, sino porque había sido convocado.

Convocado a la lectura en el Aula de Poesía de la UCLM, que dirige Jesús María Barrajón. Estaba invitado Rubén Martín Díaz, poeta albaceteño ganador en 2009 del Adonais con "El minuto interior" y en 2010 con el Ojo Crítico. Poeta de la transparencia diáfana, del llano decir al hilo de la emoción y de las cosas. Poeta que se agradece, porque hace novedad de todas sus lecturas e influencias, su voz las transfigura en fresca fuente y, lo más importante, hace creíbles, uno a uno, a sus poemas. A mi entender de lego, lo más difícil de lograr en poesía. Todo es en él canción primera y reflexión vivida. Como bien suponía, era un instante a no perderme. La numerosa asistencia hizo que tuviera que buscarse mayor recinto. Anda ahora Rubén, con calma, por su tercer libro. Me dijo que con cuidado. Nos adelantó tres inéditos: irreprochables de estilo y sentido. Es poeta para que lo conozca Rafael Morales Barba, como se verá por lo del martes.

Martes 15

En el aula de los Montesinos, todos ciegos para Fragmenta. O casi. Pedro González hizo de la necesidad una obra de misericordia. Generoso también con la palabra, desprendido como siempre, sin nada a cambio, hizo a la audiencia un avisado resumen de las intenciones que laten en la recién nacida Fragmenta. Revista poética que surge bajo, en, con, por, contra y cabe el amparo de Rafael Morales Barba, conocido profesor, crítico y taxonomista poético. Combativa, libre y guerrillera (ni-dios-ni-amo-ni-CNT, que dirían los castizos), con voluntad de permanencia mientras se pueda, sin paraguas ¿sin paraguas? y francotiraydura. Su éxito ha sido, parece, tan inmediato que en el momento de la presentación los ejemplares estaban agotados/repartidos/reservados. De ahí la caridad -no sé si voluntaria o impuesta- con la que González Moreno asumió el reto de explicar lo que mis cegados ojos no podían apreciar.

Con tristeza distanciadora -me apuntó luego Maxi-, pero, sea como sea, Pedro A. González dijo en Montesinos lo siguiente: que no era nadie en la revista, que nadie le enviara colaboraciones no solicitadas; que nace gracias a Rafa, que Rafa ocupa con sus escritos las 80 páginas primeras, que hay versos de 24 poetas (acostumbrados); que Fragmenta tiene voluntad de ariete, de pulla y puya para antólogos-otros; que viene defensora de un tipo de poesía de estraza y nueva, a la que quisiera alumbrar, tanto en el sentido de hacer nacer como de iluminar su paso. Dijo que por ello nos resumía allí las 80 páginas primeras, las que renuevan conocidas tesis del firmante sobre la poesía española actual.

Algo así son las tesis, en román paladino: que hay que apuñalar a la tristeza, pisotear el fingido dolor, emparedar la queja y el lamento, alancear el lanzarotismo y el esquema, encerrar a los herméticos en batiscafos, regresar de la edad y la sospecha, prohibir imprimir a cualquier desolado. Y una vez hechos tales deberes, proclamar la fiesta, la celebración de la luz y la alegría, escribir para el gozo, claros como el pueblo, ser inteligibles por edicto, reflexivamente prácticos, exquisitamente éticos, rigurosos y abiertos a la vez que poetas de servicio. Porque ¿de qué ha servido tanto nihil y tanto llanto ensimismado? Ese inmenso diluvio, que ha recluido a la poesía española en sectas-celdas, debe secarse. Estamos aquí para que cese tanta y falsa devastación. Esto nos decía Pedro González Moreno que dice Rafael Morales Barba en su declaración-manifiesto de 800 páginas. Algo así como que a la poesía hay que venir llorado. (Resumiendo un poco, claro).

Rafael Morales Barba
Después habló Rafael Morales Barba, que hizo suyo lo de Pedro A. González Moreno, y aclaró que ese otro antólogo nombrado no es sino LAV; que sobre el código de barras de la portada hay una granada abierta, que la cosa viene por Perséfone y la primavera, por la nueva poesía que se espera; que habrá edición digital en la web de la Autónoma, que seamos lectores virtuales; que el seguro segundo número atenderá a la poesía boliviana. (Lo estamos deseando). Advirtió, para finalizar: que nadie olvide que Fragmenta puede ser antifragmenta. Yo creo que lo dijo por aclarar las cosas.

Los ejemplares de Fragmenta tampoco acudieron tras la palabra FIN, siguen agotados para (o apartados de) la mirada de algunos de los que acudimos. Ingenuos asistentes frustraditos. Estuve con Carlos Sahagún, con José Luis Morales, con Diego Valverde, con Ricardo Virtanen y con Antonio Daganzo.

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Hijos del día

Llega despacio, como una madre,
la claridad que alumbra la mañana,
un sol naciente que fermenta
el tono cobre de las cosas
y las vuelve habitables, bellas,
y delicadamente frágiles.

Toda esta luz es parte del prodigio,
esta paz de sabernos triunfadores
en la dura  batalla con la sombra.

Rubén Martín Díaz, de Contemplación. 

jueves, 17 de febrero de 2011

Otro poema de Juan Bernier

Fotografía de Julia Caro
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Escribió Rafael Pérez Estrada de Juan Bernier:

“Juan nos iba leyendo, dia a día, el contenido de una obra en la que la cólera, la pasión y la denuncia se aunaban y, a veces, se atropellaban ante el más alto estímulo del hedonismo. Siempre pensé que en un ámbito de mayores libertades, Juan hubiera sido el Sandro Penna español. Leía mal, ensalivaba sus poemas verso a verso, y, sin embargo, daba la impresión de ser un tímido y a la vez lujurioso fauno, que, con olvido de su índole mitológica hubiera hecho del escribir su oficio. Juan era una especie de notario de la condición humana, alguien haciendo lo imposible para comunicar su placer y su angustia”

Sin duda que el poema de Juan Bernier sobre la posesión, que aquí ofrecemos, puede acercarnos al retrato que ofrece el granadino.


Amante

No era un sueño y sí una realidad hiriente
que el cristal límpido de su alma reflejase
              un sapo inmundo;
porque, cuando miraba a su amante, un viscoso humor,

una vegetal linfa de asco y húmedo aliento
empañaba el transparente vitral
              de su estimación humana.

Porque a veces su mirada caía sobre él como
               una mano acariciante
y una dulzura de lágrimas hincaba sus rodillas
para lamer el viscoso fango de su húmedo vientre,
y aquel sapo era como un niño a quien
                se estrechaba entre los brazos,
suyo, enteramente suyo, defendido
                como cachorro tierno
por un turbión caliente de cariño y de celos.

Pero el amante era frío como un verdugo experto,
afilaba cuchillos para un lento suplicio
de herir, de despreciar, de retorcer el alma que le amaba,
la mansa y dulce alma, sumisa por completo.

Exprimía el corazón como un viejo guiñapo,
con el gesto, con la mirada, con el silencio,
para después prostituirlo ofreciéndose todo a su beso,
y mientras la baba de la lujuria chorreaba
                fecal en su rostro,
el látigo de Sade azotaba sabiamente,
y el alma era como un perro azotado que lamía el suelo,
                 la sandalia, la mano
de la carne todopoderosa, fría dueña de todo.
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(Del poemario Una voz cualquiera. 1959)

martes, 15 de febrero de 2011

Otra semana agitada

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Rafael Borge
Otra semana agitada. Poesía correcaminera. Madrid arde que dirían algunos. Alejandre está en Nueva York, ciudad que odia, pero su Libertad8 continúa. Rafa Soler fue su lector vicario. Menos gente el martes8 para tan sugerente poeta. Rafael Borge convocaba, Rafael Borge es según Elvira Daudet, “un incendiario vestido de primera comunión”; y un resistente con sentido del humor, añado yo. Puso al público, incluida Carmina Casala, de pie al final de su lectura. Irreverente, barroco y cáustico, se desvirgó como édito con la plaquette, 3 euros, que suele publicarse para la ocasión. Pero lo que me emocionó de veras fue el gesto de Emilio Porta, poeta también, leganitos y publicista, ofreciéndome -y yo, desacostumbrado, aceptando- una de las croquetas que había solicitado para acompañar su té. Jamás olvidaré tal gesto de hermandad. Cosas de Libertad8. ¿JV? No (fue posible la ubicuidad).


Portada de Trece Trenes nº8
Seguidamente, peripatética huida a Los Diablos Azules, en donde Antolín y María me esperaban. Un señor enorme, de nudo negro en nuca, anotaba deslabazadamente nombres en un folio roto, casi blanco. Era el preludio de la jam sesions más de moda. Miles de poetas aguardaban turno para leer(me) tres poemas. Tres chicas –Laura, Esther y Lara, las Trece Trenes- enseñaban sus versos y animaban a comprar la revista, 2 euros, del mismo nombre dedicada al postista Carriedo. Cervezas con Antolín, pocas, muchas menos que las de Carlos Salem, el de la nuca. Hago piedad de nominal relación: treintañeros y no tanto, ironías al hilo, versos informes, deformes, guiños, habituales, nuevos, extraparlamentarios, cuellos blancos, urbanófilos y mendicantes, ociosos varios. Batania en Roma. Más ellos que ellas. Primera jam en red para el mundo. Dos espectadores en Uruguay, dijeron. Recuerdo la voz de Santi Tena, de Juana Vázquez, de Ricardo, entre cientos de caras. Leyó María González, leyó Antolín Amador, los amigos con quien bebía. 00.30. Nueva huida. La nocturna garganta de pañuelo nocturno seguía convocando. ¿JV? Obvio.
Carlos Salem

En Retiro manda Pepa Nieto. El jueves10 se las tuvo tiesas con la cuenta, y quienes la portaban, de la arrocería donde una veintena de asimilados líricos habíamos bebido y tragado, y hablado del Atlético, tras escuchar a Ángel Guinda en la Biblioteca. ¡Vaya febrero el del maño, me agotará! Esplendorosa y sola, de negro ritual, Ana Garrido; de negro también, Isabel Miguel; rosita, Cristina Cocca, empeñada por conocer a Angelito, lo que logró. Ángel leyó como siempre, bien. Y vendió. Antonio Daganzo con proyectos que ilusionan. Me dijo que estará, para leer, el 1 de marzo en Montesinos. Lo diremos en Agenda. Estaremos. ¿JV? En bocas.


Basilio Sánchez en La Marabunta
 La Marabunta de Lavapiés, librería y bar, a tope de gente nueva, guapa. Y de Julio Mas, Alejandro Céspedes, Pureza Canelo, JCMestre, Guadalupe Grande, Lostalé (que yo conociera). También Verboazules, que me incluían, y expectación. Basilio Sánchez, cacereño y médico, presentaba Los bosques de la mirada, poesía reunida que editó Calambur, 25 euros, con ayuda de la Junta. Dijo que está cada vez más en su intención que el poema de la idea no sea entorpecido por el poema de la palabra; que busca con afán la transparencia (no recuerdo si dijo línea clara) en su decir; que concibe su hacer poético no como verso, no como poema, no como libro, sino como obra; que escribe porque no hay motivo para no hacerlo, desde la humildad, buscando compañía. Después leyó en continuo. Es cierto lo de la obra en marcha, ¿de qué me suena esto? Me fue imposible establecer distancias temporales en sus poemas. Siempre la luz inquisitiva, las sombras caminantes, la vida diluida en el ensueño, las táctiles sugerencias, el ensueño por mirada, la cercanía de las horas, el murmullo de los bosques humanos, lo feliz como aspiración: todoycada lo que en su verbo habita. Tan sólo en los últimos noté distinto la anunciada preocupación por la palabra. Por la imposible satisfacción tras ella. ¿JV? No. Fin de JV.
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Juanjo Alcolea ha seleccionado este poema de Basilio Sánchez. Pertenece al poemario "Entre una sombra y otra"

Sin llegar nunca a nada

Sentarnos junto al agua
como todas las tardes,
hacernos a la idea de que el silencio
con el que nos recibe fue anterior a nosotros.

Buscar en las canciones interrumpidas de los pájaros
su lado humano.

Mirarte ahora despacio, con ternura,
saber que estoy viviendo mis mejores recuerdos.

Continuar así, en movimiento siempre
sin llegar nunca a nada,
como el que sube y baja por la misma escalera.

Sentir, al fin y al cabo, que todo el universo
se reduce a estas cosas,
a todos estos seres con los que soy feliz.
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martes, 8 de febrero de 2011

Laura Gómez Recas duda

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Laura Gómez Recas es mi amiga y duda. No de la vida, ni de mí, ni de la amistad, sino del suficiente trallazo lírico de sus poemas. Laura y su duda: herramienta con la que escucha. Tiene los ojos decididamente entregados a la escritura, la voz dispuesta, su presencia ofrecida a donde haya huellas del hacer poético. La escuché por vez primera en la tertulia de mi amigo Manolo Cortijo. Desde entonces me aroma con su decir cercano a la melodía, por su intención, por su cercana sinceridad de salvia. Pero duda. Duda del papel, ante el papel. Aunque sé cómo espera el papel su primera entrega. Tiene amigos: con los que juega al placer de hacer versos, al soñar de los happening y de las perfor. Visita cementerios, encuentra a Larra, recorre Lavapiés, habita los azules, cuida a su hija, escribe amor, escribe luego. Sé que habla de mí, me lo dijo Tena. Sé que es tagram y endecasílabo, quiero decir imaginación y orden, fiesta e historia, temblor. Quiero que esté conmigo en las ramas y el fuego de este blog. Que aquí gravite. Este es el poema que le robé.    


Sólo un peso de ti

¿Cómo desasir del alga que me urde
el pétalo olvidado en mis pulmones,
sin abrir en canal el cuerpo mío
y mostrar sus entrañas
al viento de tu boca?

Inviable erradicar esto que soy,

que diseña el dolor en cordillera
y atraviesa la carne que transporto,
que muevo, que remolco inapetente…

Mi sangre balancea la espesura
en bosques que aprisionan
las flores que escotaron tu garganta.
Del color de ese amor nada me queda
sólo un peso de ti
que en mí gravita.
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domingo, 6 de febrero de 2011

También vive febrero

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Fanny
Si no fuera así ¿de qué? Es oficio bien pagado éste de acudir, oír, contar. Y vespertino.

Qué otra razón puede haber, si no es esa, para escuchar la voz desmadejada, destartalada, de Juan Pastor “Devenir” convocando a los nostálgicos del compromiso en el sótano de Blanquerna: copadecavafría siempre al finalizar, porque resistas. Era jueves3. Fanny Rubio, charladora, sobreleyó unos folios sobre la rehumanización de/en la poesía española años 30, 40,… hasta dar por fin en Blas de Otero, que le tocaba. Sin novedades. Esto me interesó: dijo que cuando Sabina de la Cruz, en sus ausencias, la dejaba al cuidado de Blas, ella le hacía natillas bienintencionadas, natillas que el vasco despreciaba por incomibles. Blas solo, silencioso, quedo, lejano y preso en su cuarto, frente una la luz exterior que los cristales apenas equivocaban. Cartesiano, como siempre, José Ramón Ripoll hablando de su profesora Aurora de Albornoz. Regresada, compañera de viaje, poética y política, olvidada. No faltó la consabida anécdota del abrigo de visón en los mítines del Pozo del Tío Raimundo. Y Juan Cruz, el del país de Alfaguara, recorriendo la perplejidad, el amplio espectro de Vázquez Montalbán. ¿JV? Sí.

Como reina en su trono. Agradecido por la pleitesía y con un educadísimo distanciamiento. Lleno, pero no henchido. Cortés, amable hasta el justo borde de la ironía liberadora. Con un inconfesable deseo de ejercer de maestro de ceremonias, de su ceremonia. Amigo siempre. Así soportó/gozó Luis Alberto de Cuenca en el Circulo de BA la tarde del viernes4. Javier Vázquez Losada, del oficio, había buscado y reunido, tiempo ha, unos textos sobre su vida y obra -algo antiguo esto de vidayobra- para el digital otroLunes nº8, a donde encarecidamente remito. Textos que ahora los chicos de Neverland, Recaredo y Raúl, han pasado a papel, salvándolos de la burbuja virtual. Se presentaba “Alrededor de Luis Alberto de Cuenca”, Luis Alberto sólo hay uno, como Luis Miguel. Se lo merece. Miguel Losada dijo que su poesía es accesible, remarcando las dos ces; Emilio Pascual, memorioso, le recordó a su bisabuelo; Van Halen: un soneto; José María Merino, el origen de su amistad; José Luis Morales, un soneto profesoral; Lorenzo Silva, lo gótico, lo negro; Félix Grande, una infancia común con el Guerrero del Antifaz; Irene Zoe, sus ausencias y presencias en el CSIC de Medinaceli. Me fui, ya verán dónde. En los asientos quedaban innumerables amigos de LA, esperando turno: Chus Visor, Enrique Gracia, Fernando Beltrán… ¿JV? Sí.

Jl Morales en el
Cafetín Croché
A veces hay trabajo nocturno. Mejor pagado. Con los amigos de La Moderna, el bartaberna de la Avenida Ciudad de Barcelona13 donde bebía sus versos Pepe Hierro, en donde miran todavía sus dibujos. Allí llegué peripatético desde el Círculo. Maxi Rey se había encargado de que José Luis Morales practicara con nosotros los oficios de amigo y de poeta. Y ejerció ambos con paciente generosidad, empapando a sus poemas de franqueza vital, la que suele cuando se encuentra a gusto. Como allí, con las 30 personas que lo cercábamos. Luego hubo viandas y los famosos callos de La Moderna. Algo tarde. Retirada. ¿JV? No.

Poeta, plástico/abstracto, compilante sin freno, ciclista y agitador, Fernando Sabido vive su momento más dulce. No es que esté en el ajo, es que mueve la cazuela, el guiso donde se agitan numerosos poetas y similares de la riada madrileña. La tarde-noche del sábado5 llenó hasta el desborde el poebar “Los Ángeles Azules”. Cientos, casi, de personas durante dos horas. Agolpadas, circulantes, intermitentes, olvidadas ¿o no? del tabaco. En la misma puerta: con Isabel y dos amigas, con Santi Tena, con Laura y Ángeles, con Pablo, el de la barba en flor, con Guinda, -otra vez- que llegó tarde y sediento. Leyeron ante mí la mitad de los anunciados: andaluzas, argentinos, búlgaras. La otra mitad leyó sin mi presencia: fue el empeño de Maxi, que no desenfundó, porque bebiéramos algo de la noche que brillaba en los aledaños de Fuencarral. Nocturnos, bebimos. No todo. ¿JV? Si, un ratito.
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viernes, 4 de febrero de 2011

Un anónimo

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El día 14 de enero y por correo ordinario, el postal, recibí esta nota con síntomas de anónimo. En sobre sin remite, matasellado en Madrid, un papel, arrancado de un bloc, sostenía la admonición u observancia que comparto con vosotros. Debe haber sido escrita por algún conocido mío, cercano sin duda, enjuto en su decir y, sin duda también, lector de algún libro mío (esta última sospecha reduce muchísimo las posibilidades). Le estoy agradecido, y si decido transcribirla, disponerla a mi modo y publicarla, en este mi espacio reservado, es porque parece puesta en razón, corta y bien dicha. La verdad es que no alcanzo a colegir si esta pequeña publicidad le hará (a su autor) modestamente feliz o provocará en él cierta zozobra. Pero creo estar, como destinatario, en el derecho.


(Transcripción)

No lo busques, poeta mercader,
para ti no habrá nunca
el poema perfecto;
no se ha fiado
de nadie hasta ese punto
palabra alguna.

A ninguno
de vosotros le entregan su secreto
si sospechan que pueden ser vendidas:
jamás se prestan, se han prestado,
a tan viles oficios.
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miércoles, 2 de febrero de 2011

Dos llenos

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Dos llenos. Manuel Juliá y Ángel Guinda. No ellos, sus actos. Dicho mejor: los actos que convocaron. Ambos registraron asistencias inusitadas en este mundo de la poesía, del que a veces hablamos. Es posible que no se conozcan personalmente. Manuel, manchego; aragonés, Ángel. Residente Juliá en Ciudad Real, Guinda en Madrid. Llenos auténticos.


Lo de Manuel fue en Ciudad Real, el pasado jueves 27 de enero, en el Aula Abierta de la UCLM, espacio cultural que mantiene en el centro de la ciudad. Poesía nueva y vieja en otros ojos. Manuel Juliá cedió sus textos a las voces de José María Arcos, entonadamente feliz, de Elisabeth Porrero, conciliadora y frágil, y de Manuel Galiana, modulada, contenida. Los tres lectores. En orden rigurosamente aleatorio. Sencilla y eficaz puesta en escena, de la que los chicos de El Camarote dijeron sentirse responsables. Pusieron la firma convocatoria, no es poco. El trabajo venía precedido por la mano férreamente poética del escritor de Puertollano. Sentí el rigor, la emoción, de lo fría y cálidamente dispuesto. Textos en torno al Paisaje: memorable el párrafo sobre Niefla, textos sobre la Memoria: que nos hace, textos desde el Amor: escasamente representado –en extensión lectora- si no es para lamentar la ocasión perdida en Creta, que aún duele, textos para la Muerte: largamente contado su presentimiento. 45 minutos sin pausa para el oyente. La brillantez de un párrafo descansaba sobre sabor de anterior, presagiaba la venidera. Cuarenta latidos, Sobre el volcán la flor, libros. Artículos. Imposible distinguir poema de prosa poética. Bien tramado el final. Lleno. Buena idea. Comedido el autor que cedió protagonismo a sus lectores, a sus oyentes. Lleno. Magnifica experiencia que puede soñar su búsqueda: ser repetida. Estuvo Dioniso Cañas, a quien no saludé ¿por qué? y no me saludó ¿por qué? La amabilidad de Félix Pillet, muy cercano. Diana y David, que están comenzando a leer un libro mío. Juana Pinés, ligera, apresurada, conmigo desde el Guridi. Esteban, Eugenio, José María, amigos de abrazo y claridad. Mari Carmen Matute, sonrisa y alma. Y cientos, a quienes aún no conozco. Lleno, ya digo, lleno. Alguien habló de la normalidad de la poesía.


Lo de Ángel ocurrió la tarde del martes 1 de febrero. En el salón Manuel de Falla de la SGAE, la bicha del apocalipsis patriotero. Llena la acera cuando llegué desde la Antonio Machado con un libro de Nuno Júdice y con Jesús Hilario mostrándome grabados parisinos de sus poemas en edición recluida. Había ambiente de cosa grande. El maestro recluido. Últimos cigarros, escalera y modernismo, lucha por los asientos. Última fila, tendido reservado para la mancheguía. A los habituales, la sorpresa añadida de Paco Gómez-Porro, dicharacheramente contento (contra todo pronóstico) de reencontrarse en el ámbito público. Llenísimo. Gentes de pie, sentados en el duro, en el puto, como cuando jóvenes. Jóvenes que había: los alumnos de Ángel son ahora seguidores. A Ángel Guinda le terminan de conceder el Premio de la Letras Aragonesas. Lo sabía, pero Espectral, el libro presentado, lo llevaba en la faja. Se lo puso Olifante, la editorial que es su casa. La casa de Trasmoz. Habló José Luis Borau, anterior premio. Habló enjuto Ángel, leyeron poemas de Espectral Adriana Davidova, José Cereijo, Carmen Feito, Liberto Rabal y otros, cuyos nombres no acuden. Espectral es un largo poema en pretendida prosa, dividido en fantasmas, promovido por sueños, escrito a lo largo de ocho treintenas, golpeado y abierto, aventador. Leyó Ángel cuanto quiso. Quiso, tras los aplausos, salir a la calle, solo, a fumar, dos minutos y volvía, dijo. No pudo. Le aprisionó el llenísimo. Tan lleno. En el pasillo Olifante vendía a 10 euros los espectrales textos. Juro que se vendían. Juro que eran poetas algunos de quienes los compraban. ¿O no? Lo juro.

Un poema de Espectral
 
Máquina de mi alma, cuerpo amable, testigo del placer y del tormento de mi vida barrenada. ¡Gracias por haber soportado la agresión y el descontrol de todos mis excesos.Por haber sido catedral y ahora ermita, haber sido palacio y ahora cueva. Por tu austera carcasa y tu precisión imperceptible de los engranajes. Por amar el peligro, la belleza, la fealdad, las cumbres, las mesetas, los valles. Por resistir pacientemente el paso devorador del tiempo. ¡Gracias por tu hospitalidad con otros cuerpos desordenamente vivos! Cuando te vayas, que tu alma sea parpadeo de astro, sololoquio de silencio triunfal bajo la tierra.