miércoles, 29 de febrero de 2012

Poema: Incitación (I) / (II) / ...

I
Como rosa que crece
sólo para mis ojos,
y luego muere

así tu lengua toma
-con qué pausa-
el sabor a deseo
de la tarde

de la tarde que busca
la tibia voluntad de la epidermis,
los cráteres instantes

el temblor

de las sílabas sábanas
donde el fuego agonice.




II

Sabes cuánto

erosionan tus pechos,
mujer caudal

tan pájaros, tan míos,
tan ciegamente densos,
prietos.

De las marismas suben
para arañar

para anunciar que llegan
las sales más voraces
–alba, lino-
las que viven y ofician en tu vientre.

lunes, 27 de febrero de 2012

¡A la calle!

 Sencillamente porque quiero, porque puedo y te conviene, ¡a la calle! Quien así me hablaba era mi jefe. Hay que modernizarse: los nuevos tiempos, la nueva norma. Si hace unos días admiré la bondad con la que me bajó el sueldo, hoy me conmueve su decisión de acomodarse ¡con lo mayor que es! a la nueva tendencia. Hasta cinco veces me he echado a la calle en la semana que pasó. Y las cinco me fui, qué remedio. Yo sé que su misericordia espera mi regreso. Contratos de un día, es lo que más te interesa, dice. Yo no rechisto. Ya no rechisto. Cuántos quisieran, suele añadir. Sé que tiene razón.

Joaquín Benito de Lucas
Primera
El lunes 20. Busqué refugio en el Hogar de Ávila. Acogido a la lumbre de la infancia de Joaquín Benito de Lucas. Calor que mana de la brasa del recuerdo: casa, río, padre, hermanos… del ascua de la emoción. Hoguera que parece no agotarse todavía. Llamas, poemas, que viven en la transparencia, lejos del hermetismo estéril de los nuevos calefactores. Poemas claros, dijo el poeta. Y sugirió que tal claridad sabe a poco en algunos. Me alegré mucho de la alegría de Françoise. Alrededor del fuego, en amplio corro, reconocí los rostros iluminados de Emilio Ruiz Parra y Franca, Milagros Salvador, Julián Creis, Teo Rubio, Juan Carlos Búrdalo, Juan Ruiz de Torres, Ángela Reyes, Ana Garrido, Margarita Arroyo…

Segunda 
El martes 20. En mi lugar más conocido, despreciando otras ofertas. La tertulia de Manolo Cortijo ofrecía la voz honesta y sincera de Elena González. Venía avalada por Alfredo Piquer y Cristina Cocca, que me ayudaron con sus palabras. Y como Díos conoce a los suyos, envió a mi salvación la palabra de Antonio Daganzo, que, en las lecturas preliminares, me, nos, regaló un elaborado y sugerente poema sobre el dolor. Las cervezas finales, conversadas, también sirvieron para aplacar mi sofoco laboral.

Antonio Crespo Massieu
Tercera 
Jueves 21. La fortuna me envió a Lope de Vega 38. Tal vez aproveche que estoy en Comisiones para..., pensé. Pero no, al final soy como todos. Tampoco quiero meter en líos al sindicato con mis problemas. Aprovecharé el domingo para la protesta, para el paseo. Vale. 
Manuela Temporelli y su tertulia Indio Juan recibían a Antonio Crespo Massieu. Mariángeles Maeso, amiga de otros tiempos, presentó Elegía en Portbou, editada por Bartleby. Leyó Antonio con serenidad dramática unos fragmentos de los 10 cantos que la componen, textos organizados alrededor de la experiencia de la humillación, la derrota y su desesperanza, la lucha siempre, textos contados por el ángel de la historia. Gritos de la memoria. Consideraciones que no esperan interlocutor, dijeron. Textos torrenciales agrupados alrededor de Walter Benjamin y Antonio Machado, de sus instantes vitales en la frontera hispano francesa, en la frontera de su vida y su muerte. Límites en la mirada de Paca Aguirre, niña entonces camino del exilio. 
Estuve rodeado por Pablo Guerrero, Jesús Hilario Tundidor y Manuel Rico, el editor. Jesús no tenía demasiada prisa. Y le gusta hablar.

Cuarta y quinta
José Luis Morales
Ambas el viernes 22. A la siete comenzaron las gentes a agruparse en la Casa de Castilla-La Mancha. Nicolás del Hierro tenía a su lado a José Luis Morales, salvo ya y trabajador. Leyó, con glosas que separan, poemas que han marcado su historia poética. Ora amorosa, ora elegíaca. Nunca le ha interesado la poesía cercana al solipsismo, ahora menos. Ahora busca aquella que se acerca a la conciencia, la poesía cívica, la que acude a la plaza de Aleixandre, la que baja a lo colectivo cuando lo colectivo provoca y conmueve. Leyó, entre otros, un enorme poema con la excusa de Blas de Otero. Poema que gustó a Rafael Soler, allí presente y aún perjudicado, pero menos. Nada mejor que los vinos finales, colectivos, para saber estas cosas. Por ellos -lo intuye el jefe- no dejo el trabajo. José Luis lo sabe. Cristina Cocca, Juanjo Alcolea, Pedro A. González Moreno, Manuel Cortijo, Ana Garrido, Antonio Daganzo, Lola de la Serna… también ayudan a pasar el trago.

Jacinta Negueruela
Después el Ateneo. La culpa es de Miguel Losada, que organiza a las 22.30. Vino desde Castellón Jacinta Negueruela, a quien edita Devenir. Y decepción: Marcos Ricardo Barnatán no acudió a la presentación anunciada. En su lugar, Juan Pastor, el editor, disculpó en tosco discurso introductorio. Traía Jacinta su lectura preparadísima, preparados textos con que potenciar los poemas. Para cada uno, una referencia intelectual: Bonnefoy, Mondrian, Camus, Cioran, Nietzsche, Freud, Kafka, Herta Müller… tal vez demasiado. No citó a Chantal Maillard, de quien me pareció bebe algo, bastante, la poesía de su Los desiertos del tiempo. Un lugar, dijo, para vivir en la incertidumbre. Un lugar que habla de la muerte. Un lugar de paisaje y emociones en versos como fustas, secos, limpios. Público no habitual. Tan sólo la presencia de Javier Lostalé hizo a la sala reconocible. Me marché en el instante exacto en que iba a ser sometida a la inhumana pena de coloquio. Fin de contrato.

Si yo no digo nada, pero… este oficio, este oficio…

sábado, 25 de febrero de 2012

Poema: El encuentro

.
(5,  Rue Eternidades)

Madrugaba París en aquel cuarto
vacío casi

apenas el espejo,
ella tan pura,
antiguo de un armario, e inocente

lolita, blusa y jeans,
pequeña entre mis dedos encrespados
y los balcones tristes

se burló con piedad
de mi cintura lasa y del cabello débil

en el entarimado
dejó el foulard, última ropa y yo
le sonreía

qué haremos sino amarnos –me invitaba
su boca por combate- ahora, sin excusas

y la amé como se ama 
la voz en el desierto

y era Paris
alba, desnuda, mía para siempre.

jueves, 23 de febrero de 2012

Odisea Poética


Ana Bella y Alfredo Ulises Piquer.
Fotografías de JJ Alcolea
Bien sabe Alfredo Ulises Piquer que nada hay que temer de cíclopes ni lestrigones. Ya dijo Konstantin que no existen si tú no los llevas. Y él, que tiene el alma limpia de gigantes, tampoco teme al feroz Poseídón. Por eso continúa navegando en Libertad8 sin prisa alguna por llegar a la isla. Su empeño es la belleza conocida de la navegación, del viaje. Por eso busca poetas que le ayuden a levantar los aparejos, voces que reten al aire con sus canciones. Por eso, mensualmente, convoca a los helenos aburridos a contemplar el paso de su nave. Alfredo Ulises Piquer lo llama Odisea Poética. Tiene forma de ciclo. Y ocurrió por vez última el pasado viernes, 17 y febrero.

Davina Pazos
Ojalá que sean muchas las tardes en que arribe con el mismo contento. Porque fue un gozo escuchar los poemas de José María Garrido recitados por la voz de Dori. José María es marinero delicado, feliz entre la duda y la esperanza de las cosas, del viento cotidiano. 
Y aconteció que tras él surgió una negra sirena, ecuatoriana, una voz temible en su atracción. Los poemas del vino dulce y del deseo dulce, presentido y fugaz, de Davina Pazos hicieron necesarias las cuerdas y los mástiles. En ellos se ató Juana Pinés para poder salvarse del desatado huracán, y sensible, que llenó la sala de de un sísmico temblor. Pero le fue imposible, como a todos.
Fue precisa después la serenidad culpable de José María Herranz, leída en largos tragos. Marinero de distancias, José María es poeta atraído por la forma clásica y la provocación de la sensualidad. El sexo es un cuchillo que reflexiona en su voz. A veces queja, victoria en otras. Siempre afán de perfección serena. 

Elena Peralta, a quien desconocía, es marinera en tierra de volcanes. De ella vierten los poemas como vierte la lava. Poderosa, roja, caliente. Vibra, interpreta, discute con las olas. Navega sin vientos a favor. La sala de Libertad8, es decir, el mar, hervía. 
Ana Garrido
Ulises Piquer anunció, por último, a Ana Garrido. Hay un momento en que el viento amaina, hay momentos en que es precisa la armonía.  Así leyó Ana, sabiendo que la nave necesitaba su trazo suave para llegar a puertos nunca visitados. Versos nacidos del coral para el coral, del ébano para el ébano, del ámbar para el ámbar. Música que vibra, que se extiende, que calma y acomoda las aguas. Y así fue, con Ana Garrido, como la tarde se tornó del color de los tesoros.

Y entre todos, con aromas de sal mística, una voz que cantaba, una voz que era el escalofrío, la de Ana Bella López Biedma. Cuatro entregas de exquisita emoción. Voz que amenaza de forma permanente con quebrar su hilo. Voz tintada con el timbre del dolor actual, del amor verdadero. Voz capaz de la tensión, de conseguir el espeso silencio de la complicidad. Oír, escucharla, era estar al borde de los límites. 
Ana Bella López Biedma

Parece que la nave de Alfredo Ulises Piquer seguirá navegando. Ojalá tarde en llegar a la isla, ojalá sea larga su estela. Que ni los cíclopes de la rutina ni los lestrigones del cansancio hagan corto su camino. Que Nieves Álvarez y Miguel, dos almas artistas, poeta ella y fotógrafo él, santanderinos ellos, que nos acompañaron, puedan asistir, de nuevo y con nosotros, a otro paso de la nave. Y hacerse algo más ricos en otro puerto que, como el de este pasado viernes, ignorábamos antes.


Un hallazgo


Entre los espectadores de la Odisea estaba el poeta y pintor Fernando Fiestas. Y con él, su hija Alicia, de nueve años. Al terminar, y mientras los mayores conversaban naderías, la niña se acercó con una hoja de papel escolar y en él este poema, producto de su imaginación y sus lecturas aprovechadas:


Tic, tac, tic, tac ¿qué hora es? 
El reloj marca la hora 
nunca es antes ni es después. 


Tic, tac, tic, tac ¿qué hora es? 
¿Cuánto tiempo es un ratito? 
¿Cuánto falta para ayer?
.


martes, 21 de febrero de 2012

Poema: La verdad

.







Sólo el poeta puede
penetrar,
bisturí, la verdad
y no romperla

dejarla en confusión,
embarazarla.

viernes, 17 de febrero de 2012

Elisabeth

.
Elisabeth Porrero es poeta. Su licenciatura en Ingeniería Química no se lo ha impedido. Vive en Ciudad Real. Allí trabaja. Allí proclama oralmente la poesía. Recuerdo su temblor en muchos lugares, pero sobre todo en Mayo de versos.  Y allí, en su Ciudad Real, recibió, y repartió, hace unos días su primer libro. Poemario editado, afortunadamente, por la Biblioteca de Autores Manchegos, que quiebra con ello una línea de fondones masculinos. Laus deo.

Aire fresco para la poesía manchega. Forma parte de una nueva generación, con Diana Rodrigo, David de la Sierra, Eugenio Blanco, María José Maeso… que debería confrontar el discurso de la generación anterior, la surgida a principios de los años ochenta, y de la que hoy son referentes:  Miguel Galanes, Federico Gallego Ripoll, Pedro A. González Moreno...

Elisabeht es poeta que convoca. Amigos, curiosos y amantes de la poesía ocuparon hasta las paredes la sala donde se presentó Peregrino de sueños. Más de 150 ejemplares vendidos dan idea de la expectación con la que fue recibido, recibida. Feliz Elisabeht, feliz la poesía.  Leyó con emoción tras el retrato vocacional que de ella hiciera Juana Pinés



Peregrino de sueños habla, desde la delicadeza del trazo, de un viaje físico y emocional por paisajes, lugares y rincones del mundo, del alma. No hay experimentación con, sobre, por el lenguaje, sino ternura en su trato. Elisabeht necesita las palabras para contar la plenitud de sus sensaciones. Sin duda porque piensa que, en el tránsito que todo poema supone, nada debe importunar la claridad de su mirada. Y lo consigue. Poemas limpios donde hallan acomodo la sugerencia y la pregunta. La sinceridad del diálogo del poeta con las cosas ofrecidas. No es fácil escribir con el alma descubierta. Sus poemas buscan atravesar las sombras, que el agua llegue hasta nosotros, sanadora, para cerrar heridas. Y lo consiguen.
______

VII

Cómo admiro el silencio de los árboles 
porque deben sufrir calladamente 
el abrazo tan frío del otoño. 
Inesperadamente por su piel 
trepa la soledad, hasta que se hace 
su dueña por entero.

Y tendrá que dolerles, 
lo mismo que a nosotros, 
ser víctimas de tanto desamparo. 
Pero es su pena sabia e invisible 
y, ante el daño, que no puede evitarse, 
se mantienen erguidos y más fuertes.

Quizás han aprendido
que no es su dolor único en el mundo. 
Conocen bien el llanto de los cielos 
que, fielmente, pretenden consolar 
recogiendo sus lágrimas, 
o el del mar enojado que golpea 
sus raíces incluso hasta arrancarlas.

Saben de la orfandad de aquellos pájaros 
a los que dulcemente dan abrigo
o de la enloquecida ira del viento 
que mutila sus brazos fieramente. 

Cómo admiro el silencio de los árboles. 
¡Con qué sabiduría ellos se entregan 
y se duelen!
.

martes, 14 de febrero de 2012

Poema: 26

Samarkanda I. Dibujo de Fernando Fiestas


Hay -sabes, amor- en este mes de octubre
aquella levedad 
de la lluvia que todo lo envejece 
y una desmesurada longitud

aún es 20, y blanda, ya nos lame sin amo
esta luz vagabunda

hace días que muestran su rencor los paraguas,
su fingido contento, y que los mirlos, torpes,
cantan con dejadez, que está disminuida
la hoz que traza el sol, y esta mañana
han caído los últimos membrillos

pasa lento
este tiempo que vive sin asombros,
que tercamente se prolonga, llega,
de lejos, débil,
un paisaje de montes y de nimbos
a la sola ventana que me habita,
desde aquí
miro el hueco que dejan
hacia el sur los recuerdos,
mi avaricia y el húmedo relámpago

mientras, -sabes, amor-
sigue blanco el papel bajo las tintas,
como fácil condena (amenazan
estos días tan cuervos); nada escribo
que no sea de lluvias,
de paisajes, de octubres que se niegan a huir,
de cuerpos solos

                                   de ruinas, de un amor inacabado.

 

viernes, 10 de febrero de 2012

De pandereta

.
Jefe, circula por la red un texto que señala cómo en un solo día se ha condenado al juez que investigó lo del bigotes,  se ha anunciado una reforma laboral violenta, se le cambian los temarios a los que estudian, se suprimen ayudas a renovables, mueren personas a cientos en Siria, y cómo, mientras eso ocurre, la principal fuente de indignación ciudadana son los muñegotes de plus francés. Yo creo, jefe, que los del feisbu quieren así magnificar el sentido tradicional de pandereta que tiene España.  Ilusos. ¿Qué dirían si supieran que, mientras eso ocurre, la principal ocupación de usted es conocer, y hacer que se conozca, el lustre de las tertulias poéticas madrileñas? ¿Se lo ha pensado en serio?
En fin, yo a lo mío, que no quiero.

Juan Diego toca, Antolín dice
Verá, estuve el lunes 6 en Libertad 8. Casi tengo allí oficina. Leía sus poemas un poeta que merece  ser escuchado. Atiende por Antolín Amador y escribe con acerada intención. Tiene mirada felina y le gusta la urbe y la contienda, el amanecer, los lechos grandes.  Ha publicado Las letras pequeñas, con poemas musicados que están en la red. Aquí. Como es lector del blog que usted mantiene, quiso  que quien esto escribe pasase de visitador a presentador en activo. Cumpliose su voluntad. La cosa estuvo casi llena, 40. Gentes del clan y otras. Es un poeta ágil, de cintura. Anda con su próximo libro y resalta sus poemas con el rurún de la caja que Juan Diego toca como un ángel africano. Supieron a muy rápidos sus latigazos verbales. El público, siempre intuitivo, exigió bises.
Ojo a este poeta, Aarón. Debes incluirlo también entre lo más novedoso del bullicio madrileño. Tiene fuerza.

Enrique Gracia Trinidad volcado en su lectura
Verá. De la juventud a la consagración. Estuve el martes 7 en lo de los Montesinos. Casi llena la sala, ¿40? Leía Enrique Gracia, no nuevo en la plaza precisamente. Enrique se rejuvenece porque se reinventa siéndose fiel. Enrique es claridad en la forma, poeta que atrapa la sorpresa que surge, sin saberse, entre lo cotidiano. En los objetos cotidianos, en las preguntas cotidianas. Él mira siempre lo que hay detrás de la etiqueta. Y lo cuenta. Y te lo cuenta bien. Leyó algo de sus poemas costumbristas madrileños, asunto que domina más que Répide. Pero, créame, jefe, estuvo espléndido, lucido, lúcido, con esos prosemas, o poemas a caja, como él dice. Y estaba contento con esos minutos televisivos, sagazmente compuestos, que Telemadrid le ha dedicado. Merecidos. Como merecida la presentación-paseo que le hizo Rafael Soler, poeta que va tomando gusto al oficio de las palabras previas con calidad. Y lo amigos lo saben. Y saben que es bondadoso. Y comienzan a hacer fila.

Beatriz Villacañas mientras
su lectura
Verá. Luces y Sombras es el título de una revista anual y navarra de poesía. La edita la Fundación María del Villar Berruezo. Está llena, atiborrada, de color y de poemas. Se presentó el jueves 9 en la Biblioteca Municipal Manuel Alvar de Madrid. Jesús Jiménez Reinaldo es uno de los responsables. Y el tímido alcarreño Jesús Aparicio, también. Este último seleccionó a diez poetas para completar su sección. Algunos: Beatriz Villacañas, José María Herranz, Francisco Caro y Ana Garrido, acudieron a leer sus aportación. También Óscar Menassa, el del grupo Cero. Ahora que desaparecen premios, bueno es que se mantengan las revistas. Todas apuntaladas.


En estas cosas moro, jefe. Si se enteraran en la red.




Voy a decir crisálida
olivo
y mantequilla
porque soy andaluz
carnívoro
y drogodependiente.
Voy a decir Morente,
Cohen
y  Red Hot Chillie Peppers
porque tengo templadas las orejas.

Voy a decirte sexo.
No si hacerte el amor o destruirlo.
No que te corras ni me esperes.
Sólo sexo.

Voy a decir espina.
Tampoco es por amor ni he dicho patria.
Voy a decir bandera,
silencio,
espectador.

Voy a decir ahora
más en serio que nunca.

(Antolín Amador)

miércoles, 8 de febrero de 2012

COMBATE

.
Fuera el combate ausencia
de tanteo, fuera boca de lobos,
facas, fauces,
fuera un ansia de mayo,
sangre presa,
territorio de músculos ceñidos

fuera el aire estandarte
de dos vientres,
fuera luego caballos sin aviso,
sujetaran
duras ingles el filo de la nieve

fuera el ataque furia de centenos,
cierta su densidad,
metal
su tajo fuera,
escenario de sendas, sed que sume

callado fuera el grito: fuera entonces
más sosiego el esfuerzo, más rendida
en el lino la noche que apagada nos cubre

fuera lenta mi voz, sudor de acero
y sal -nadie respira-
fuera velo
la luz, fuera también
como la herida el tacto de tus ojos.



domingo, 5 de febrero de 2012

A pares

.
¿Moda? ¿Necesidad? ¿Economía de medios? Es el caso que el final de la primera semana de febrero, tenía convocados dos recitales a dos. El jefe insistió, con suavidad, en que asistiera.

El cartel de Laura y Jesús
Jueves 2. Uno en la moto y otra en el sidecar. O viceversa. Dando vueltas por Libertad8. Hasta que el artefacto volcó delante de los 57 fieles. Llegué tarde. Al entrar vi a Jesús Arroyo con el manillar en la mano. Lamentándose de que su generación no corrió ante los grises ni le ocurrió el 15M.  Problemas de vivir en los cincuenta. Son como niños. Como poetas. Recorrió lo suyo, sus textos, con una gran voluntad. Luego llamó a Laura Gómez Recas, para iluminar la escena, sin duda. Había salido ilesa del vuelco y estaba anunciada. Leyeron dándose alternativas. La sala estaba llena, pero se quejaron, en sus poemas, de la holgazanería de Dios: que tiene su casa, y los ánimos de las gentes, sin barrer. Aunque todo con humor. Ángel Guinda llegó a gritar un viva los novios que nadie siguió. Se apresuró. La verdad es que la sala estaba caliente. Enrique Gracia salió a fumar un cigarrillo como suele. Y no volvió. No estaba alegre Emilio Porta. Isabel Miguel, lindamente tocada su cabeza.

Que fuera y contara qué es eso de Poesía en sidecar y su mensual romería, dije que me insinuaron. Pues eso, jefe: chico y chica que se encuentran y se emparejan para montar en moto, para leerse. Aunque vuelquen y se levanten sacudiéndose la tierra. Suelen hacerlo todo con gracia, con alegría. A la vista de todos. No hay más. Disfruté. Volví a la redacción cuando la marabunta buscaba bar. No conocía a Jesús. Laura es un encanto.  Otros que están en el jaleo son Ángeles Fernangómez, Rosa Jimena, Laura Caro, Luis García, Luis R. Suárez, Aaron García Peña, Manuela Paso, María García Zambrano, Leire Olmedo… el bullicio.


Carmen Jodra ha reeditado con
La Bella Varsovia Rincones sucios
Viernes 3. Ahora sí, amigo Javier Avilés, tu Red de Arte Joven y Miguel Losada han logrado dos jóvenes en La Cacharrería. 20 personas les esperaban. La noche era fría, pero en el Ateneo había calorcito. Público joven, abufandadado, con Bárbara Butragueño en la fila primera. A la mesa, un dúo de licenciados en clásicas: Carmen JodraDiego Román Martínez. No leyeron, musitaron. Los micros, alejados, decidieron también no colaborar. Sus voces brotaron apenas inteligibles. Sufrimiento para los escasos maduros oyentes.

Carmen, en lo que me llegó, magnífica en sus poemas, pero torpe al no dejar que se defiendan limpiamente. ¿Por qué los justifica? ¿Por qué se justifica con amplias digresiones previas? Es dueña de una poesía flexible y aromática. Mimbre y albahaca. Estoy deseando oírla sin que se esconda. Aún y así leyó con más soltura que su compañero. Diego ejerce con una poesía que busca el combate sensible. Armónica. Orientada en laberintos de amor y humor.  Y el compartido gusto de leer entre amagos.

A medio recital, la sorpresa. Entre los dos sacaron, de un bolso al efecto, una imagen, religiosa, pequeñita y llena de orificios para alfileres. Era un San Sebastián, el mito del desnudo masculino, remarcaron. Dedicatoria a Miguel Losada. Y en presencia de ambos, glosaron su leyenda dorada con lecturas en griego y latín. Son de clásicas y ejercen. Leyeron a Santiago de la Vorágine con intención erótica. Hubo loas al amor sólo entre hombres. Catulinarias. Cosas.
En el final, Carmen dijo un poema de Diego, de su libro Unción de enfermos, añadiendo emoción a una belleza limpia. Sirvió para olvidar la mala jugada de los susurros encogidos, de los micrófonos vagos. Fuera hacía frío. Lo testifico. Vino el jefe conmigo. Volvimos en búho a la redacción. ¿Algo tarde, no?  

 .
Vaguedad

Ya no sé lo que creo ni lo que soy.
Me gustaría ser perfecta:
ni hombre ni mujer,
material pero sin mancha alguna
de materia.
Sin embargo mi peso en el colchón
me dice que me deje de bobadas.

                          (De Carmen Jodra)
.