miércoles, 28 de marzo de 2012

Justificación, Enrique y Ana


Justificación. Durante unos días, el equipo dirigente de este blog y su redactor único, han abandonado sus labores cotidianas para asistir al CEBV (Congreso Europeo de Blogs Vigorésicos) celebrado en Amsterdam.  El de los Vigoréxicos se celebró la semana anterior. Una experiencia necesaria y reconfortante. Han sido cuatro días de trabajo y aprendizaje. Cuatro días que han reforzado nuestra opción, nuestra apuesta por los Blogs que trabajan para dar cuenta del trabajo de otros. El problema es que en la ciudad de las bicis y los canales algunos llegaron a cuestionarse/cuestionarnos el ejercicio de la poesía como trabajo. En la pelea dialéctica, el jefe de Mientras la luz mantuvo con claridad sus posiciones, solamente disminuidas  a la hora de votar propuestas de resolución, cuando cada uno lo hacía con una tarjeta que indicaba, y valía lo que, el número diario de sus lectores. Lo pequeño es hermoso, nos dijo un blogero danés. Como consuelo, claro.

Enrique. El caso es que el jueves22, horas antes de la partida, aún tuvimos tiempo para asistir a la presentación en Madrid del libro ganador del Paul Beckett 2011, El premio de los Murciano, como se le conoce en Madrid. Y lo cierto que tuvo el glamour de siempre, esa suavidad tonal que Carlos Murciano y Jorge de Arco saben darle. Carlos habló del premio y Jorge del autor, el sevillano Enrique Barrero Rodríguez, y del poemario ganador Los héroes derrotados. Dijo que eran aproximaciones a figuras literarias, mitológicas y sociales trazadas con pulso firme y compasivo. Luego leyó Enrique Barrero, a quien conozco y aprecio. Y leyó grave. Es poeta de recia sonoridad. Las palabras dolor, silencio, ausencia, derrota, soledad… sombra, incluso, adquirían toda la potencia de su significado. Sus retratos buscan reflejar momentos de desasosiego, de desamparo. Se detuvo en el poema final, en ese rey mago que él encarnó un lejano 5 de enero, y que vio como un niño con leucemia rechazaba con firmeza los juguetes que le ofrecía. Con la poetización de esa tremenda experiencia se cierra el libro.
Es costumbre de la Fundación Valparaíso, sustentadora del premio, ofrecer un ejemplar del libro a los asistentes para su posterior lectura, y ofrecer así mismo un cóctel para el tiempo final de charla y confraternización, que resultó, como siempre, animadísimo (¿dónde he oído yo esto?).

Ana. El caso es que el martes27, horas después de la llegada, tuvimos la oportunidad de asistir a la segunda sesión de los hazversos 2012 en el Café Comercial. Ana Montojo leía. Notamos algo displicente a Jaime Alejandre en la presentación, sin esos folios ocurrentes con que suele deleitar. Parecía que la cosa iba en serio. Y es que Ana es una poeta a quien la poesía le salvó la vida hace ya 20 años. Y es que Ana es desde hace apenas un año poeta editada tras lograr el premio Blas de Otero del año pasado. Y es que Ana no se cree lo que le pasa.  Su poesía es clara, aunque con cierto halo de tristeza, de ironía, de compasión. Deudora de esa estrategia que busca en la experiencia del instante trascender, vomitando el poema, a la tensión moral, psicológica, social, o simplemente de convivencia que le preocupa. Me gustan sus guiños a lo coloquial. No es raro que cite a Joaquín Sabina, tan experto en esas lides o a Francisco García Marquina, que vino desde su madriguera para escucharla. Leyó con aplomo y sentido. Con tiempo medido. Allí, en primera fila, estaba Elvira Daudet, la reina republicana, esa voz del 15M, que se ha convertido en denuncia, en escalofrío. (De ella se habló mucho en Amsterdam).
Allí, con los balcones abiertos al runrún del tráfico, de las ambulancias que atraviesan la Glorieta de Bilbao sin la mínima consideración, escuchaban Maria Sangüesa, Carmina Casala, Laura Gómez Recas, Ángeles Fernangómez, Alejandro Torres, Rafael Soler, Rafa Borge, Manuel Cortijo Cieza, Pepe Elgarresta, Agustín Ostos Robina, José Luis Morales, Paloma Corrales (que venía emocionada de entrevistar a Alejandro Céspedes), Emilio Porta, Juana Vázquez y gran parte de la familia de Ana. La vida.

martes, 27 de marzo de 2012

Los riesgos de la vanidad y el directo

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Puede suceder. Son los riesgos del directo y de la vanidad. Son tantas las lecturas que en algunas alguien puede reventar. Tal parece que sucedió en una a la que no asistí. Uno de los presentes en aquella tertulia, me contó el sucedido. Como le sé aficionadillo a las medidas y con cierta carga de mala leche, le rogué que me lo dijera en verso.
El jefe no quería que lo publicásemos porque dice que serían muchos los aludidos, a más que, conocido el hecho, pudiera repetirse, hacerse moda. También dice que solemos ser respetuosos con los nombrados. Conseguí convencerlo cambiando el nombre del sujeto por la expresión el gran poeta. 

La cosa parece que sucedió así.


Se oía el gran poeta, la voz grave,
otra lectura más y él (complaciente
con el vulgo modesto, con las gentes
cuyos gustos soborna y hombre suave)

leía con piedad, como el que sabe
perdonar auditorios; los oyentes
repetidos, pero él (algo inconsciente
cuando espera que el público lo alabe)

demoraba su fin: qué triste precio.
Porque antes que premiasen, ovejiles,
diez palmas su leer, habló un paisano

que no era del aprisco, y habló recio:
cesen tus versos de alcanfor, pueriles,
poeta macramé, alzado enano.

jueves, 22 de marzo de 2012

Acción Poética burguesa


 No bastan las tertulias. Los hechos presenciales. Revistas en papeles. Las mil, y una, y nuevas, editoriales que editan poesía voluntariosamente. Ayer abundaron las turbas de poetas reunidos, autobuses de vates recorrieron las calles. Celebraciones en cada rincón de su día mundial. Cuatro mil poetas, lo dijo Lope. Picapica en los talleres literarios, jubilatas ociosos recitando. Blog vigorésicos, implacables. Jam sesions lavapieses, tribunales, jefe. ¿Se hace una idea?

Opté por el sosiego. Acompañé primero al acto institucional del ministro inaugurando la Sala de Restos Poéticos que se inauguró en el sótano sur del Museo Etnográfico. Hacía falta. Todo muy protocolario. Sin canapés, dijeron, porque había fotógrafos. El ministro recitó un poema, que se sabía, de Meléndez Valdés. De cuando era escolar, dijo.

Aarón






Luego, en el Ateneo, el infatigable Miguel Losada, había preparado una Acción Poética. Y acudí pensando encontrar escritos en paredes, bardas, vallas y medianerías versos sugeridores y potentes. Nuevos. Al estilo de Batania o al estilo de Armando Alanís en la lejana Monterrey. No, no era así, era todo un poco más convencional, un poco más convenido y burgués, pero con una chispita de novedad. Una Ación Poética para gente sentada.



Verónica Aranda
Virginia Cantó
La inició un poeta, infatigable también, generoso y atento: Javier Lostalé. Un lujo. Dijo que el poeta debe dar un paso atrás ante el poema. Pero cuanto cuesta esa evidencia. Luego siete poetas jóvenes, ya saben, menores de 35. Todos con obra, bien escogidos. Hiperiones, Joséhierros, Antoniogalas, accésit de Adonais… en esas cercanías.


F. José Martínez Morán
Verónica Aranda, madrileña y viajera, premiada, tímida ella, leyó sus paisajes hindúes, las tardes, la decadencia de las cafés tangerinos. Extravertido y rural, José Iván Suarez, poesía directa, sin artilugios de lo que de verdad le importa. Verbo fuerte y mordaz, como buen español que reside en Elche de la Sierra. 

A Virginia Cantó, murciana propagada, le gustan los poemas largos en los mezcla la descripción de espacios con la de sus territorios amorosos, los de la piel y los pliegues. 

Albeeto Girao
En eso anda. Alberto Girao, joven y triste, al que Luna Miguel da por veinteañero y loco, vino con guitarrista, joven y triste, leyó poemas que parecían buscar el aquel anciano realismo sucio que se niega a morir, pero con ángel. Se le espera. Ángela Álvarez Sáez, poeta de triple acento, escribe diluyéndose en cuanto mira. Dijo que ahora mira bastante las pinturas y los versos de Frida Kahlo, mira y cuenta con tal sabiduría que algún día ganará el Adonais.  

Ángela Álvarez Sáez
Francisco José Martínez Morán llegó agotado desde Alcalá de Henares, de explicar el CondeLucanor. Trajo elegancia en sus textos cortos, poéticamente provocadores, suficientes con ser mica para ser. Poeta de lecturas que no ahogan. Poeta profesor que busca salvarse. Y Aarón. El español Aarón García Peña fue quien cerró la Acción Poética. Aarón y el Ateneo comienzan a ser uno. Aarón es un español al que le duele este baúl confuso de intenciones que suele ser España. Leyó con claridad aquello de que antes de ser español hay que ser persona. Y convenció.




José Iván Suarez
Estuve con Marisa Montesinos, con José Cereijo, con Juana Vázquez, con Diego Román Martínez… Miguel Losada invitó a los siete a una ronda final de lecturas, porque pareciera espontáneo. La cosa terminó tarde, pero la puerta del Ateneo es el mejor lugar para la confraternización oral. Tal vez allí, y no en el interior, debió desarrollarse.  

miércoles, 21 de marzo de 2012

Mundial de Poesía



Sobre el dia 




A las seis menos cuarto 
inaugura el ministro 
una sala específica 
para restos poéticos 
en el sótano sur 
del museo etnográfico.


(De los periódicos)

lunes, 19 de marzo de 2012

Maxi, Álvaro, Carlos, Venus, Júpiter

Maxi Rey invocando a Rafael Montesinos
Teatralmente, pero con decisión. Como un juego de escena improvisado o sabiamente prevenido. Con el intento de atrapan el cuerpo flotante de Rafael Montesinos, el espíritu que sobrevuela la tertulia. Como divertimento de color homenaje. Así comenzó Maxi Rey, el ojo que guarda, su lectura en el Colegio Mayor Guadalupe. Maxí, ya saben –lo hemos contado varias veces- es el hombre que graba todo acontecimiento poético. También, como todos, escribe. Y el martes13 leyó. Tuvo que escuchar, antes, ciertas verdades de boca de Óscar Martín Centeno, poeta que juega también con artilugios y que lo presentó. Maxi escribe escondido en un yo femenino, en náyades astur-leonesas, que aspiran lo telúrico de la tierra. La piedra, el sol y el agua como origen y destino de la tormenta que agita el corazón histórico del hombre. El pálpito prerromano que subsiste. Escribe de lo que le preocupa. Contó como surgió la provocación tras un viaje con Ángel González a Candás, cuando tras cruzar Pajares, el `poeta le advirtió de de la potencia sugeridora del paisaje. En el coloquio advirtió de que la utilización de un lenguaje sencillo, limpio, fresco, alejado de la metáfora enturbiadora, era un elemento querido, buscado, hallado.

Álvaro García. Poética del canto
Jueves15. Casi agotado tras el taller, con la garganta gastada. Alvaro García había aprovechado su llegada a Madrid -a presentar Canción en blanco, premio Loewe 2011- para sentarse, charlar y compartir con los alumnos del Centro de Poesía José Hierro, de Getafe. Casi ronco cuando Tacha Romero lo presentó. Pero claro y abierto. A las gentes del centro se habían añadido también Juan Pedro Carrasco, Manolo Cortijo Rodríguez y Matías Muñoz. Dijo que su libro es un largo poema de más de 500 versos, que se negaba a leerlo entero, que había preparado un trailer, que prefería leer la selección de escenas. Lo hizo. Meditaciones de una pareja tras la ventana de la habitación de un hotel, mundo exterior, mundo interior y diálogos de los actores. Alguien ha dicho que es meditación sobre lo efímero de lo humano. Puede ser. Dijo que el poema debe escribir liberado de trascendencia, o sea que el poeta debe, solamente, cantar. Poética del canto que diría Morales Barba. Luego se invitó a sí mismo y a los presentes a decir poemas que les hubieran impresionado hasta el punto de tenerlos en la memoria. Coplas, romances, sonetos de Quevedo, fragmento de Cernuda… En fin, la poesía como celebración.

De Izquierda a derecha: Carlos Guerrero y Domingo F. Failde
El viernes16 puede acompañar al poeta zamorano-malagueño Carlos Guerrero en el café Comercial. Pablo Méndez había preparado la presentación de Los espacios vacíos, segundo poemario que le edita. Jesús Hilario Tundidor hizo el proemio, volvió a decir aquello de ordenar las emociones y conmover la inteligencia. Estaba también con Carlos, Isabel Rodríguez, la poeta de Priego, estaban Paquita Dipego y Arantxa Oteo, estuvo Juana Vázquez… Leyó el poeta, largo y tendido, poemas de su libro. Poesía creíble, hecha desde el caminar, hecha desde una mirada que se sitúa siempre al lado de las cosas, al lado de los otros. Pero es también poesía ambiciosa en su búsqueda y en sus hallazgo. Me gustó especialmente el primer cuarto, el que trata de la ciudad. Carlos es poeta del sur y bebe mucho de mundos como el Dolors Alberola y Domingo F. Failde, a quienes decica el libro. Cerca también de Jerónimo Muñoz, el promotor de la revista Ámbito, de la que alguna vez hemos hablado.

Al regreso a la redacción, el jefe me dio permiso por unos días para que pudiera contemplar en el crepúsculo a los planetas Venus y Júpiter, dupla que aprovecha, vilmente, para brillar las horas en que los poetas suelen leerse unos a otros. Que me alejara, me dijo, de Madrid, claro. En la Botillería el cielo nocturno es una ausencia aterradora. ¡Cómo se lo maravillo! Hagan la experiencia. Busquen un cielo limpio, esperen a que el sol se oculte. Miren hacia el oeste. Ahora brillan muy próximos. Lo maravillarán también.  
 __________

Después de mil jornadas por calles extranjeras, 
extrañaba tu falta. 

Me tocaba el regreso hasta tu mundo en sepia. 

Era larga la noche del camino 
y difícil andar sobre tus pasos. 

Ahora te pido: invítame a bailar, 
quiero sentir tus pechos acuchillar mi carne; 
quiero sentir tus piernas distanciarse 
para extasiar mi rodilla entre tus muslos. 

Invítame a bailar, que tengo frío 
y mi tiempo zozobra sin tu vientre.

                               Carlos Guerrero
.

jueves, 15 de marzo de 2012

Poema: Patio de juegos

Patio de juegos
que hizo fugaz y desnudó la tarde

he vuelto a lo que fue su territorio,
al mimo que crecía en las macetas,
al sitio de la higuera,
a sus piedras gastadas, al sosiego
de la lluvia que baja
por
el
zinc

mi habitación vacía,
el hueco de los libros
en el tapial que horada su alacena

sobre los muros
detenida la voz de un calendario,
la antigua libertad
de una ventana

tras los cristales, el invierno mira

reconozco unos ojos
que alguna vez supieron mi esperanza

quizás quieran
saber de mi regreso,
quizás pregunten
qué hicimos en los años novecientos,
el secreto de aquel sesenta y cinco.

lunes, 12 de marzo de 2012

Días de blanco y rosas

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Alma Pagés, Marisa Montesinos, Miguel Losada

La verdad es que me distraje, jefe. Queda lejos lo de Alma Pagés, martes6 y Tertulia Montesinos; apenas si recuerdo. No quedó satisfecho. La verdad -defendí-, es que Miguel Losada en su introito habló de multitudes de poetas que lo creen y no lo son, y de alguno que hace centro en mundos cotidianos y sus poemas nunca trascienden. Me distraje pensando tales novedades, jefe, hablaba de poetas perroflautas. Pero al jefe, nada le convencía. Ni la postertulia. Tenía delante un tique de cuatro botellas de blancosrueda. Sospecha siempre de gastosdieta que yo creo obligados y él prescindibles. Lo cierto es que nada tuvo que ver el vallisoletano con mi falta de fijación en la lectura. ¿Dónde las rosas?


Davina Pazos
El jueves8 fue otro asunto, apenas una cerveza primera en compañía de Juanjo Alcolea, Ana Garrido y otros amigos. Diablos azules, 20,30, y un triángulo clásico. Cristina Cocca, celestinamirona, presentó al trío como ella sola sabe: melosa y lírica, aunque exacta. Él: Alejandro Torres, dejó sobre la escena el sabor quevediano del sarcasmo soneto. Un apunte de cuanto tiene escondido. El otro: Alfredo Piquer, de verso riguroso, galán y adjetivado, clásico y veraz, de voz cautivadora, y alejado un instante de su raíz egea. Ella: Afrodita de las piernas cruzadas, perfil y Helena sobre taburete, ella, poligonal, Davina Pazos, la mujer que bebe sus versos para nosotros. Poesía sensual, labios que buscan, perfecta siempre en su decir de garras. Uuufff... Hice méritos después para otro tique de blancosrueda. Para que el jefe viera de su necesidad. Hay ocasiones. Se anunciaban con yemas ciertas rosas.
Ramón Hernández

Ya estoy acostumbrado a las dobles sesiones, y era viernes9 y Ateneo. En la tarde, Ramón Hernández, el gran novelista, presentaba el tomo grande, negro, que de sus poesías ocultas y completas le ha editado Vitruvio. Se vendía y se vendía bien. Habló Alejandro Sanz. Habló Pablo Méndez, qué buen editor. Habló Rafael Soler, amigo siempre de sus amigos y más en ese instante. Habló Caballero Bonald, tan débil como esperado, y habló del libro, Acuario en Capri, de la bondad equilibrada de sus poemas. Habló Ramón desde donde hay que hablar, desde el centro del corazón humilde –en estas ocasiones dejo de ser cronista-, después leyó nueve poemas escritos desde nueve momentos y provocaciones diferentes. Nicolás del Hierro, paisano, poeta, amigo, compró un libro, jefe, que le firmó Ramón. José Luis Fernández "Capi", Eduardo Merino y Antonio Daganzo me aliviaron de soledad en horas de blancosrueda. Juana Vázquez vino, me amonestó y se fue, jefe. Tomé nota. Carmina Casala, en cambio, se añadió. Gané. Todos esperábamos, sabíamos que esperábamos. Comenzaban las rosas a abrirse.

Rafael Soler
Y se abrieron casi a las 23. No son horas, jefe. Lleno grande en salón grande del Ateneo. Anunciado Rafael Soler. Amigo y maestro, jefe. No solamente mío, sino de casi todos los que allí estábamos. Presentado por Rafael Borge, desmesuradamente dijeron, en un desborde de recuerdos y gestos sobre y con el poeta. Había ambiente de gran gala. Rafael había leído allí a principios de los 80, dijo, con los poetas jóvenes de entonces. Miguel Galanes asentía a mi lado. Entre las muchas maneras de volver, esta de hacerlo como poeta entre los poetas, como amigo entre los amigos, es la que yo deseo, jefe, ahora que estoy a punto de irme.
Como días antes en Guadalajara, hizo Rafael una lectura modélica. A mí me pareció reflexionada, sobria, medida, transitiva y sabia. Potenciadora de toda la emoción de los poemas. Es Rafael, por encima de sus personalísimos infinitivos y gerundios con los que intenta explicarse y explicarnos, un hombre que escribe con la otra mano sobre la piel, suya o ajena. El tan estudiado proceso de la rehumanización en la poesía tiene en él un punto de llegada. Como sabe leer y sabe de lo que escribe, nada perturbó la densa claridad de los poemas, la acidez y lo tierno de cada una de sus sugerencias. De sus descripciones de tipos y oportunidades. Me agradó la elección de los poemas de su primer libro, envolventes. Y me agradó sobremanera su manera de terminar. Las rosas estallaban en aromas, jefe.   
______
LVIII 

Yo no traje los acantilados 
a este páramo de sangre 

ni forjé las noches de tormentas que me dices 
ni puse viento 
en la acerada mies de tus entrañas 

yo no elegí ser el primero en navegarte 
y surcar tu cuerpo cada noche como un río 
bebiendo amaneceres que no me pertenecen  

yo no subí las cimas coronadas de tu cuerpo 
ni bajé a sus profundidades 

yo no busqué la deriva de tu sueño 
ni tengo cien años para darte 

yo estaba en mi camino sentado con la tarde 
y tu pasaste.


                                          Rafael Soler

lunes, 5 de marzo de 2012

Javier Sánchez Menéndez, poeta, blogero, editor


Algo tienen los poetas-editores. Algo tienen que les convierten en mejores poetas. Algo. Sobre todo si su editorial va logrando poco a poco un merecido prestigio. Estuvo llena el jueves 1 la segunda planta de la Central, en el Reina Sofía. Con sorna prevenida, Javier Sánchez Menéndez, agradeció a Luis Alberto de Cuenca su presentación, causa –dijo- del éxito de la convocatoria. Como Javier tiene el buen gusto de no autoeditarse, en la parte de atrás estaba Fernando Saénz, excalambur, editor de Libros del aire y por tanto del libro de Javier Faltan palabras en el diccionario, que recoge su poesía escogida 1983-2011.

Hizo faena aseada Luis Alberto. Agradecimientos, lectura de solapa, paseo por algunos aspectos de la obra (sin insistir). Siempre elegante, dejó que la poesía de Javier se defendiera sola. Todos se declararon nicanorparristas tras el lapsus de Luis Alberto al no reconocer en el título un verso del chileno. Terminó con la lectura de un poema de las primeras épocas de Javier, que le gustaba en especial. 

Javier Sánchez Menéndez ( gaditano de 1964), es, para quien no lo sepa, el exitoso editor responsable de Isla de Siltolá, joven editorial sevillana que agrupa a varias colecciones de poesía. Ediciones de autores bien seleccionados y de cuidado continente. Siempre es de agradecer que haya personas que arriesguen su dinero y su tiempo editando poesía. Y más si lo hacen con el mismo esmero que su paisana Renacimiento, de quien tanto beben sus portadas. Pero Javier Sánchez Menéndez es, fundamentalmente, poeta. Desde los 17 años.

Aprendí de sus palabras, previas a la lectura de los poemas, que su adolescencia fue atrapada por Moguer, por su luz, por JRJ, por la noche azul de sus azoteas. Que así surgió su primer libro, 17 años, Motivos, del que dijo no arrepentirse todavía. No es poco. Leyó de cada uno de sus libros algún poema. Algunos de La muerte oculta que dijo le alabó Pablo García Baena. Luego habló del desconcierto que le mantuvo silencioso casi 15 años, también de que se levanta, desayuna, vive y duerme con la poesía. Habló de su anhelo por la pureza juanramoniana, de su afán de revisión. Y otra vez del desconcierto. Su último libro Una aproximación al desconcierto, apareció el pasado año. Y tiene ya dos versiones.

Noté, de oídas, que sus poemas han ido desprendiéndose de las cosas que alteran y desvirtúan. De la cadencia y del valor del verso entre otras. Haciéndose cercanos, por tanto, a lo aprosado de la poesía traducida. Que han ido deviniendo más cotidianos, más buscadores de la paradoja, de la ironía sorpresiva, de lo cotidianamente mordaz y lo amoroso, más alejados, por tanto de la trascendencia retórica. Como ese ...Hoy tendré que taparte/ la cabeza con la almohada  Su editorial ha publicado recientemente algo de Luis Alberto de Cuenca, que algo sabe de estas cosas. Con su presentador se mostró encantado de coincidir en su amor a los cartoons. Precisamente hay un cuadernillo del mismo título recién editado con poemas deuda a ciertos personajes del mundo del cómic.

Javier es también blogero de rompe y rasga. Amando Carabias, poeta, blogero, segoviano y presente en la sala, quiso saber, en el coloquio, cómo puede uno combinar las tres vocaciones. Javier dijo que es muy organizado y que es posible ser poeta, editor y blogero repartiendo tiempos. No faltan horas en el reloj, parece. Luego, firmó bastantes ejemplares de Faltan palabras en el diccionario. La verdad es que no sé si es que busca y no halla o si piensa que lo poético va más allá de las palabras definidas. El eterno de lo denotativo y lo connotativo. (Recuerdo aquello de Tono en La Codorniz: por fin sé qué es el amor, ayer lo leí en el diccionario). Se le veía feliz.  La sala llena de pasados y futuros editados. Editar nos hace a todos mejores poetas. Sin duda.
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Relaciones de estricta cortesía

Me encanta la forma de mover tus manos,
la sonrisa difundida entre la niebla
y esos ojos abiertos a la luz del abismo.
Esta suavidad de tu piel causa temblor,
hasta tus dedos son elegantes.


Pero, por favor mujer, no abras la boca,
ciérrala para siempre. Callada estás
más guapa. Hoy tendré que taparte
la cabeza con la almohada.
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Snoopy

El negro perro blanco
sobre su casa roja.
Heather tiene su pelo
en arce de amor.
Una rama palpita,
mecida por el viento,
con un suave caronte.
Barquero de las sombras,
 


el dogo ha preferido


el corazón silvestre.

Ropa interior negra,
nada parece todo.
Recuerdos, golosinas,
un hueso y el cuaderno,
la caricia de Charlie.
Blanco parece negro.

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viernes, 2 de marzo de 2012

Poema: Incitación ... (III), (IV) y (V)


III

Una cabra en los brotes
jóvenes de la jara

así, así
se aventura mi boca
en la nuca -qué verde-
en el lila promesa de tu sien

en tu espalda de riscos
que me eriza.

Ay,
una cabra que muerde

así mi boca
sobre la sed del monte

para mi sed.


IV


Acontece
como el hilo tus labios.

El hilo
sobre las ingles: lobo.

Junto a la fuga, casi.
Encaramado.

El hilo cerca
del escozor, allí,
inevitable.

Acontecen
en la tarde pausados
frag  men tos de tu cerco.



V

 (Dijiste)
quiero luz de algodones,
luz a chorros,
luz liberta,
tu luz quiero a la luz, manumitida

quiero antorchas de nieve,
quiero cirios (pedías).

Y recorre
desde entonces mi luz,
-sus fuegos grises-
la muralla cerrada
de tu piel 

vertida y sobre el cuerpo
no halla límite.