viernes, 31 de octubre de 2014

Poema: En el reposo





En el reposo
lánguido y vegetal (como el que viven
los guerreros después de los combates)
que habitaba
en nosotros tendidos y en lo exhausto
del calor y las once,
en la noche de junio te rogué
la verdad de quién eres

tan entregada, pero
tan escondida siempre tras paredes
de cristales, desganas o tornados
que avivan mi sospecha

tras la melancolía
del pintado antifaz,
tibio de azul, con que dispones
tu cuerpo abierto

tras la palabra
que quiero sola,
única y tuya,
que intento y nunca
logro arrancarte.

Te vestías despacio,
respondiste
sin inquietud ni dudas, sin mirarme:

No diré mi canción sino a quien quiera
saber de mí, huir, volver conmigo…
conmigo para amar
y no tenerme.

(De Plural de sed)

miércoles, 29 de octubre de 2014

"Mente animal", de Pilar Adón, en Madrid

Pilar Adón
   ¿Es Pilar Adón dicharachera? Puede ser. Habló largo, extendido. Mitad exigida, tensa; mitad ya prevenida, confiada. Habló de los fantasmas que recorren sus bosques de escritora. Ella cree conocerlos o casi. Si los conociera en verdad, pensamos nosotros, tal vez los tuviese bajo cancela y buscaría, temería, otros. Hay dos, dice, el miedo y la tentación de la huida. Desde ellos construye, con ellos levanta la casa. Tanto cuando hace poesía como cuando relata. Dijo que distingue ambos momentos por la tensión emocional. Cuando la prosa, se siente responsable dominadora de personajes, mano cierta; cuando el poema, afirmó, es una sensación subordinada, de servicio, de ruego, es llamar a una puerta. También dijo que Mente animal, el libro de poemas que ha editado La Bella Varsovia, habla de pasos. De pasos sobre un territorio inhóspito, erizado por la desconfianza, de su Castilla natal -es hija de cazador, recordó- aunque pequeñas pinceladas lo deslocaliza y sugiere en el lector lugares nórdicos. Lo inseguro siempre, el bosque, lo insospechado, la caza oculta, el posible dolor. Lo agresivo de internarse, de invadir. Repitió la anécdota que le oímos en Poemad: el caso de poema surgido alrededor de una historia contada por su madre repetidas veces y que ahora, tras verla escrita, niega habérsela contado: la de una casa levantada con piedras robadas a la ruina de un ermita y en cuyo interior los hijos nacen muertos. No soy poeta, respondió a una de las preguntas. Y aclaró que está contaminada por la ficción, que su disposición natural es al relato, que el vaho de la poesía la envuelve solo transitoriamente. Bien cuando los fantasma aceleran el misterio, bien cuando se siente desbordada. O las veces en que ser sujeto paciente es su forma de conciencia. Porque la poesía, insistió, es un acto humilde en donde se destierra la impostura. Señaló, con TS Eliot, que la realidad es demasiado para que una persona pueda soportarla en su totalidad, que hay numerosas zonas que apenas vislumbramos. Y que amenazan.  Porque, nadie se engañe, no somos necesarios. Nunca lo somos para la realidad, tan sólo huéspedes. Que ella, Pilar, ha pasado en sus tres poemarios de la ensoñación de su primero (Con nubes y animales y fantasmas) y la aceptación de “su” paisaje en el segundo (La hija del cazador) a la perplejidad que abruma para su tercero. Vivir puede que sea necesario. Pero el paisaje nunca nos pertenecerá, la Naturaleza es el otro. Anglófila confesa, la poesía, dijo a las 20 personas que escuchaban en la Librería Rafael Alberti, es un estado del alma y es trabajo. Es autobiografía depurada.

  Todo aprovechando una conversación que su editora, Elena Medel, apenas si notada, condujo sobria, sabiamente, la tarde del día 28 de octubre con motivo de la presentación en Madrid de Mente animal (32 poemas, 10 euros).
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Dos poemas de Mente animal



No todos los insectos tienen alas.
Devoran plantas,
sorben la savia de las hojas.
La sangre de los mamíferos.

Como crías de laboratorio.
Con algo deforme e ilógico en sus trazos.
Epidemia de insectos.

* * *
A pesar del aislamiento y de las nuevas normas
siempre habrá quien se agache a la tierra
y se levante de nuevo
para mirar con perspectiva.
Quien vigile buscando más que subsistencia.
Quien cace y declare que se puede vivir sin casa.
Sin una puerta a la que regresar.
Sin cama blanca ni mesa de fotos.
Dejando las manos en los bolsillos y sabiendo de qué se huye. 

domingo, 26 de octubre de 2014

Normalidad de octubre


Pasado Poemad IV, desmesura que no pudimos cubrir como hubiéramos querido por bajas en la redacción, y de las que nos quedó la sorprendente manera de César Antonio Molina, la ironía cauta de Vicente Molina Foix y la lectura a cuatro de -alguien cercano preguntó, sin lograr respuesta, si son las cuatro patas sobre las que se sustenta la mesa poética española- Antonio Lucas, Carlos Marzal, Benítez Reyes y Pilar Adón, aplaudidos, los actos poéticos entran en la normalidad de octubre.      


Martes 21

 
Ana Garrido
Yo no
sé si hay poetas con vocación de mayoría o si eso afecta solamente a los políticos. Quiero decir poetas que convoquen con poder en los momentos de sus lecturas y/o presentaciones. Si los hay, y los hay, una de las voces con esa capacidad es la de Ana Garrido. Ana es poeta de poetas, con poetas y para poetas, directora de la revista La hoja azul en blanco, llenó hasta reventar el salón de la Casa de La Mancha en Madrid para presentar Noticia del asombro, poemario que obtuvo el premio Mario López el pasado 2013. La poesía de Ana fue descrita por Antonio Daganzo con tal lucidez y pulcritud de texto que debería servir de escuela a tantos esforzados de la ruta que se dedican a vestir los prolegómenos. Una verdadera joya, así en la construcción como en la exposición. Y que tuvo la virtud de sosegar primero y reforzar después a la poeta. La poesía de Ana y su concreción lectora lograron el clima que los asistentes sospechaban. Ana leyó con suavidad potente, con lentitud subrayadora, diciendo a todos, degustando. Leyó una poesía, la suya siempre, basada en lo esplendente de la imagen poética. Es poesía leve, de brisa misteriosa, afilada y certera, buscadora de la sugerencia. Su hacer atiende menos al discurso que al rumor: a los rumores que buscan ser palabra. Poesía para el espíritu, es dicción que escarba en el temblor del símbolo, en la ambición y en la derrota, en los caminos del hombre y la mujer que van o vuelven a la hoguera, de la hoguera. Porque su poesía es una luz que busca contemplarse, que merodea y nombra. Así nos pareció Noticia del asombro según lo escuchado la tarde el martes 21. No fui testigo solo, más de 80 personas oyeron conmigo en la tertulia que dirige Manuel Cortijo

Jueves 23

Nieves Fernández
  Es tan prolífica la actividad editora de Vitruvio que hay semanas en la que debe realizar hasta cuatro presentaciones, tal ocurrió en esta. Esta editorial es un prodigio en el aspecto de abarcar autores. Y autores de todas las geografías. El jueves 23, en el templo del café Comercial, tuvo lugar el lanzamiento de Sobre la nieve, de la poeta manchega Nieves Fernández. Entre el público, una mayoría de poetas de su tierra: Miguel Galanes, Antonia Cortés, Pedro A. González Moreno y Mª Luisa Mora quisieron estar. También el profesor Matías Barchino. Juan José Alcolea fue dueño de las palabras que presentaron el poemario como un paso ambicioso en la obra dilatada de la autora. Nieves es poeta que ha prestado atención a la literatura infantil, donde es especialista y que está empeñada en la elaboración de una completa antología de poetas ciudadrealeños. Ahora con Sobre la nieve ha querido desparramar su mirada sobre sí, sobre sus experiencias y sobre el mundo que la circunda. La nieve como símbolo de esperanza a veces, como revulsivo de la memoria en otras. Y siempre como provocación y como compañía. La nieve como mirada humilde sobre las cosas, como lugar en donde cobijarse y a quien preguntar. Nieve amparadora que desvela. Nieve vital que escribe su biografía. Leyó con alegría transitiva una poesía construida desde la sencillez sonora de una palabra que guarda su memoria de canción. Sobre la nieve confirma la ya sabida claridad de lenguaje que acompaña su hacer. Y muestra la ambición por ampliar su mirada hacia nuevos horizontes. Mantiene una página personal.

Viernes 24

   Ha vuelto Odisea Poética a los escenarios de Madrid. El ciclo que mantiene en Libertad 8 Alfredo Piquer ha vuelto con voluntad de adelgazamiento en el número de poetas invitados. El viernes 24 lo fueron dos: Julia Conejo y Santos Domínguez. Y la voz sorprendente en sus matices de la boliviana Luz Scott.

Julia Conejo durante su lectura
  Abrió el nuevo ciclo la leonesa Julia Conejo, a quien nuestra falta de atención había acumulado con su hermana, la también poeta Ana Isabel Conejo. Deshecho el equívoco, para nuestra felicidad, hallamos dos por el nombre de una, hallamos a una poeta hacedora de su generación. A una voz que, respetuosa con los mimbres de la musicalidad, renuncia a la impostación de los versos, a la búsqueda por la búsqueda de las metáforas, al fervor de la imagen por la imagen. Sus poemas discurren por el camino de la misteriosa cotidianeidad, por las sorpresas y las paradojas del vivir diarios, por sus enseñanzas y sus desengaños, reservándose siempre la sorpresa del verso final, del guiño final, que da sentido a una descripción aparentemente plana de cuanto observa en sus alrededores. Poesía clara, frágil, mágica, que busca complicidad. Dijo que tiene tres libros publicados, de los tres leyó. Peces transparentes obtuvo el premio Alfons el Màgnanim. Mantiene el blog Telas mal cortadas

Santos Domínguez y Pablo Guerrero
momentos antes de la lectura

  El cacereño Santos Domínguez es un poeta comprometido con la lectura, pero también con la escritura. Miles de libros reseñados y 18 libros escritos lo contemplan. Ahora espera otro: La vida navegable. Libro de libros, antología –no cronológica- de poemas en torno al mar. De él leyó. Por lo escuchado, el libro es un hombre solo que contempla y dice. Un hombre atento frente al abismo horizontal de lo infinito. Sin desafío, sin rendición. Tal vez con algo de cansancio ante un reto aceptado por ineludible. Ni celebración del mundo ni agonía, sino diálogo a veces franco, a veces tumultuoso, y siempre reflexivo, por lo que pudimos traducir. Habrá que esperar a la edición de la antología temática por parte de la sevillana La Isla de Siltolá. La lectura, sin apenas afectación, permitió una primera impresión gozosa. A ella asistió su paisano Pablo Guerrero. Mantiene los blogs Encuentros de lecturas y En un bosque extranjero.

martes, 21 de octubre de 2014

Jaikús de Pepe, el poeta no-vato*


Exclusiva en blogs

    Según últimas noticias: entre los papeles póstumos del fondo del gran Basho, que poco a poco se van dando a saber por el grupo de expertos que los examina (entre 9 y 12 de la noche), ha aparecido esta sorprendente retahíla de jaikús que trae en jaque a los estudiosos. Ha supuesto un giro de 360 grados, o la mitad, en lo que se entendía como estructuras fundamentales del jaikús clásico. Asonantes, se hallan tan faltos de Naturaleza como sobrados de actualidad. Y sobre todo, el gran Basho, o quien fuera que fuese, deja en ellos traslucir una cierta sorna carnicera que lo aleja del espectador neutral que se le suponía. También revela que le embargaba una inquietud sobre la turbamulta poética parecida a la que mostró Tomé de Burguillos, su casi contemporáneo, Tan lejos y tan cercanos.
    Por supuesto, todo está bajo sospecha y se advierte sobre la posibilidad de fraude. Mientras la luz les mantendrá siempre informados.  Mientras tanto, helos aquí


Piensa el no-vato
que escribir es quedarse
algo preñado.

Porque desea
que su tripa se note,
lee a cualquiera.

Alguien le dice:
Pare pronto los versos,
papel te piden.

De cuentas sale
y busca comadronas
editoriales.

Pregunta, insiste,
mas no halla quien por poca
plata le edite.
Al fin consigue
un parto (baratito
por las narices).

¿Respira el texto?
¿Esta vez no contiene
poemas muertos?

Presentaciones,
el no-vato libera
mil emociones.

Después paseos
por salones, tertulias:
¡Venid, que leo!

Posa risueño
con poetas y se hace
fotos con ellos.

Está feliz,
mas la depre post-parto
le roe al fin.

Porque sospecha
que ha editado y resulta
que no hay quien lea.

Vate no-vato,
ignora que la tinta
no viste al santo.

Porque el primero
tuvo pocos lectores
se atreve a un premio.

Pero se entera
un amigo y le avisa 
con esta esquela


Verdad y clara:
LA POESÍA, Pepe,
hállala o calla.




*Aclaración necesaria: Ante las dudas de los transcriptores sobre si el término exacto era poeta no-nato o poeta no-vate. hemos preferido la forma de síntesis poeta no-vato, que aúna ambas y al tiempo las despoja de agresividad.

sábado, 18 de octubre de 2014

Cuatro gotas. Agotado

La lluvia ha ido remitiendo a lo largo de la semana, entre tanta agua, cuatro gotas. Y el agotamiento.

Sábado 11 María Luisa

María Luisa Mora durante el acto
  Ocurrió en Piedrabuena (Ciudad Real) al mismo tiempo que una tormenta atmosférica de ruidos y furias quiso manifestarse. Se entregaba el premio Nicolás del Hierro 2014, con el que tan unida está esta redacción. Desde Madrid acudió Jorge de Arco para presentar, con una limpieza desusada y elegante, el poemario ganador: Simulacro cero, de la toledana María Luisa Mora Alameda. Una sala repleta de público contuvo su respirar mientras la voz serena, limpia, emocionada de la poeta desgranaba uno a uno poema vivenciales, confesionales, tremendos en su luz. Hay en ellos una compleja y transmisora sencillez. La poesía debe servir, debe ser látigo y conexión parecía decir. Tensa al principio en su lenguaje corporal, pareció relajarse al comprobar el efecto de sus palabras entre los oyentes. Los poetas Pedro A. González Moreno, Natividad Cepeda y Eugenio Arce, quisieron también acompañarla. El pan que me alimenta, suele llamar a su poesía y ella sabe bien por qué. Y sus lectores. Que no cesan de acudir, de aumentar. El próximo miércoles 22 presenta el libro, una primorosa edición de la colección Yedra, en Toledo (Biblioteca Regional) y el 5 de diciembre en Madrid.

Lunes 13 Cecilia

Cecilia Quílez y el mar de luz
  Cecilia es la hija del capitán Nemo, por eso ha titulado así su último libro. Editado en Calambur, como los dos anteriores. Ella no quería presentación. Presentación al uso, se entiende. Por eso aceptó una No presentación en la sala grande del Ateneo. Todo es más fácil si se cuenta con la inteligencia dramática de Alejandro Céspedes. ¿Quién si no para concebir un espectáculo al filo de lo poético? Bastaron unos hombres de negro y pocas palabras, un violín (Joaquín Torre), un diminuto mar iluminado y una diosa blanca y poeta. Lo demás fue evocación, sugerencia, lentitud, el susurro-letanía Ni siempre ni jamás, sino ahora que amparaba la dicción de algunos versos. Y lo apenas audible. Versos de un libro que habla de tiempos que suceden al amor. A fin y al cabo, la poesía nace de la ausencia. Vigorosa y limpia la suya, y enroscada alrededor del enigma que supone vivir. Que supone amar hacia el milagro de unas olas que vienen, lamen y desaparecen. Cecilia, a la vista de todos y con paciencia sabia construyó e hizo navegar varios barcos de papel. Y los hizo naufragar con furia. Al fondo del olvido. Los hombres de negro: Alejandro Céspedes,Paco Moral, Viktor Gómez. Las damas de blanco Beatriz Russo y Suave Menéndez . Hubo problemas técnicos que dejaron sin emitir imágenes grabadas que ahormaban el espectáculo. Y faltaron poemas en sal y sangre. Dichos. A fin y al cabo se trataba de presentar un libro hecho con palabras altas. Cecilia Quílez blanca diosa blanca, hija del mar, de Nemo, voz líquida, recibió todo el brillo. Un nuevo barco construido quedó al final flotando sobre el mar de las aguas encendidas. Papel en busca.

Miércoles 15 Infante

Javier Lostalé y José Infante a través del móvil
   Infante es Pepe Infante. Desde hace apenas tres años vive en Málaga. Periodista de oficio, nombre y hombre madrileño de la poesía. Ahora, en el Sur, dirige la tertulia Pimpi. Vino de la mano de su premio Ciudad de Zaragoza que ha editado Olifante. La libertad del desengaño lo ha titulado. Libro breve, porque así, justificó, lo exigen las bases. Dijo que puede y debe aparecer una versión ampliada, completa, de estos tres últimos años de fijación poética. Poesía serenada, leída serenamente a las cerca de 40 personas que colmaban la trastienda de la Librería Alberti. Poesía de la edad, del estrago del tiempo, de balance entre lo soñado y lo vivido, de los instantes muertos y de algunas plenitudes. Merodeadora de la tristeza dijeron algunos de los fieles. Confesional y viva dijeron otros. Poesía que concierne al lector. Dijo Javier Lostalé en su presentación que compromete el lector. Y confesó que a él tal vez más que otros por ciertas similitudes existenciales. Poesía por tanto que golpea en los ojos, en el pecho. De entre los numerosos poetas presentes, dos tomaron al final la palabra. Ángel Guinda para remarcar el carácter vivificador de una poesía que sirve a quien la escribe y a quien la recibe, y Ángel Rodríguez Abad que remarcó el carácter humanista, griego, de la poesía reflexiva del malagueño. Con sencillez emocionada, Pepe Infante agradeció.

Jueves 16 Jorge

 
Jorge de Arco
 D
e Arco. Jorge de Arco presentó su antología El árbol de tu nombre/The tree of your name. En la biblioteca Manuel Alvar. Un recorrido breve, ajustado, por su obra escrita. Tiene carácter bilingüe. Castellano e inglés. Almendra Staffa-Healey, su mujer, se ha encargado de la labor de verter. Afirmó que le ha llevado tiempo, sobre todo porque los ritmos silábicos son distintos en ambos idiomas y ella pretendía no perder fidelidad ni melodía en el traspaso. Jorge es escueto en su expresión. Y certero. Es algo ya sabido. Quiso en justicia dar las gracias a la persona que abrió el acto, a Juan José Ramos. Juanjo mantiene a su costa, a costa de su inteligencia y su bolsillo, una colección señera de la poesía madrileña: El levitador (antes Los conjurados), de bellísimo diseño. Jorge ha llegado a ella a los dos años, eso dijo, de concertarla con el editor. Ha merecido la espera. Jorge ha seleccionado poemas que rodean la tensión del juego amoroso, como si la antología se hubiera levantado alrededor del aire que impulsó el encuentro de poeta y traductora. Como un homenaje al camino que condujo, a sus vicisitudes. Leyeron de forma alternativa, y ambos armoniosamente. La poesía de Jorge es precisa en su refinamiento, capaz de ligar la exquisitez de la forma con la contundencia de la imagen. Descansa sobre la hierba verde de los instantes. Sabe iniciar con suavidad el vuelo, reposar en saliente escarpado. Conoce donde aguardar la lluvia. Almendra dijo, luego del fin de la sesión, mientras los vinos, que en inglés la lectura del poema exige algo más de interpretación que en castellano. Lo sabíamos. Lo supimos al oírla. Leyeron para ellos, para los dos, y para todos.

lunes, 13 de octubre de 2014

Siempre Eladio Cabañero

Antes del verano apareció esta antología de uno de los grandes de la poesía española, Eladio Cabañero. Poeta y manchego. Voz que alrededor de los cuarenta años decidió guardar silencio. Quienes conocieron al hombre y a su poesía encuentran en esta edición motivos para alegrarse. El profesor Rafael Morales Barba es uno de ellos.Suyo es el siguiente texto.



Ha escrito Pedro A. González Moreno un estupendo trabajo que se venía echando en falta. Pocos saben ya quién fue aquel poeta llamado Eladio Cabañero. Quizá lo único más extraño sean las palabras aplaudidas por el autor de Francisco Gómez Porro, al considerar que el olvido de Cabañero fuera por haber nacido en La Mancha (y que se comentan solas). La buena poesía dura poco en la memoria, salvo cuando es espléndida o tiene valedores. Eladio Cabañero, un estupendo poeta con quien muchos manchegos guardan deudas (Félix Grande, por ejemplo) desde su coloquialidad y emocionada hondura, pasó de estar en todas las antologías de una época, como recoge el editor (desde Jiménez Martos, Francisco Ribes, Leopoldo de Luis o José Batlló, Antonio Hernández o Gustavo Correa, por decir algunas), hasta su desaparición por completo del mapa. 

No cabe duda de que el final de la poesía social como corriente fuerte y el tono discreto, humano y coloquial, sencillo y hondo, intenso, pero desvinculado por muchas razones de la militancia explícita, sí jugó en su contra. Poeta conmovidamente social sí lo era él, y no Jaime Gil de Biedma. Un escritor que elevó su voz desde el andamio donde trabajaba, como Miguel Hernández desde su pastoreo, hasta ese niño yuntero o jornalero del impresionante poema sobre la pobreza en Los trenes. Pedro González Moreno ha recorrido su vicisitud histórica y repasado las características de sus libros con tino, trabajo y juicio. Sin cansar al lector ha escrito casi cuarenta páginas de prólogo y traído una bibliografía esencial. Pero sobre todo, el autor de Más allá de la llanura (2013), que conoce como pocos la provincia de Ciudad Real, ha creado un fiel retrato de quien fue el poeta, el hombre. 

Alguien, que sin darse tanto bombo, como ahora se ha dado a Wallace Stevens, escribe sobre la transparencia desde un vaso de agua, por mayo de 1955. Ciertamente a pesar de otro tono, social progresivamente, se habla de ese vaso de agua que remansa interiormente. No era aquella la época de las trasparencias metafísicas trascendentales, sino de una metafísica social, y también rural, próxima a la de Claudio Rodríguez en ocasiones. Y a José Hierro en la coloquialidad. No ha pasado el tiempo pues sus paisanos, con Pedro A. González Moreno al frente como cabeza visible, lo han rescatado y recreado en todo su talento, bonhomía y compleja sencillez. No se podían haber escogido en las doscientos y pico páginas tantos poemas significativos del autor como ha hecho su antólogo. Enhorabuena.
______________
Eladio Cabañero. Palabra compartida (Antología poética). Edición de Pedro A. González Moreno. BAM. Ciudad Real 2014. 

lunes, 6 de octubre de 2014

El jardín (Décima)



Bajo este cielo,
las hojas
del jardín, sus formas puras.

Tú, poeta,
¿nunca alojas tu voz en ellas?
¿procuras
su fiel verdor?

No responde.

El poeta no halla donde
guarda el jardín
su caudal, donde lenta,
temblorosa,
crece exacta
en el rosal, juanramoniano,
su rosa.



miércoles, 1 de octubre de 2014

Dos poetas de Cazalla, dos poemas



De Cazalla de la Sierra, sevillanos de jara y olivares. Desde hace un tiempo bulle la poesía en aquella Sierra. En Alanís, la asociación Alas de Alanís congrega y ocupa a un grupo de buenos aficionados al camino entre versos, en Guadacanal tienen repartidos por las calles poemas de Andrés Mirón, su poeta, y en Cazalla el prestigio del premio Carmen Merchán Cornello ha situado su nombre en el panorama nacional. De aquellas serranías dos nombres, dos poemas

Eduardo Merino Merchán

Eduardo Merino firma ejemplares de Reunión
Reside en Madrid, pero vive a medias con su tierra natal. El pasado viernes 26 presentó en el café Comercial, y de la mano de su editor último, Vitruvio, su quinto libro: Reunión. Eduardo es un poeta enamorado del oficio, lector inconforme, sabio en libros. Es poeta de lenta andadura, escuchador de sosiegos, de cercanías y de interioridades. Ha ido tejiendo a su alrededor una obra hecha de sí para sí, lana de voces con que abrigarse. Con la que contar sus miedos, sus tensiones, la liberación de sus alegrías. Su verso tiene el tono de la brisa que ignora lo volcánico, pero es de tensa y dulce emotividad. Le interesa la vida, la que tuvo, la que tiene, la que pensó tener; le interesan las almas, los cuerpos que le rodean, cuanto de humano guardan las cosas. El poeta David Morello presentó con ajustadas palabras un poemario que Eduardo separa en dos partes manifiestas. Las cosas que me digo, poemas levantados sobre un diálogo con un tú autorreferencial, ocupan la primera parte. En la segunda, Las cosas que me digo que me dicen, el diálogo se establece con las advertencias del mundo exterior, con aquellas que le llagan. Hay en sus versos un tono de machadiana serenidad, una luz de color melancólico, y siempre pasos hacia la búsqueda.

Vuelves

Comes en casa ajena
te alimentas de otra luz
recorres el mapa de otro territorio
y te abrigas con el rumor de otras palabras

pero vuelves

cuando tienes la piel húmeda vuelves
vuelves cuando amanece la otra tristeza
cuando llega la lluvia gris
                                                     vuelves
a la casa techada y con paredes
de ventanas abiertas a la vida.


 Antonio Parrón

Antonio Parrón, al fondo, lee poemas
Asistió a la escuela hasta los nueve años, se fue a cuidar animales al monte para vacaciones de verano y ya no volvió a las aulas. Leía en el campo a Cervantes, como otro. El libro en el morral. Comenzó adolescente a escribir poesía. Hijo de un tiempo y una sociedad endurecidas, resistió las insinuaciones para que se dejara de blandeguenderías inútiles. Escribe con palabras de bronce, sonoras y graves, graves de peso y de intención. Vive dentro del soneto. La poesía, dice Antonio Parrón, ha de ser verdad y además ha de ser útil a los otros, servir a quienes se acerquen a ella, ha de ser poderosamente transitiva, abrazadora. Antonio mira, escribe y dice. Dice que el poeta es la fuente que se alegra porque alumbra el agua, no porque la retiene, feliz mientras la ve alejarse, satisfecho cuando entrega a los otros el beneficio de su vientre. Antonio, poeta y hortelano a manos llenas, reparte el fruto de ambas vocaciones a sus amigos: versos y tomates-rosa. No vende, cultiva, no se vende, halla. Hombre de pecho transparente y de intensas claridades, nació y vive en Cazalla de la Sierra, traduce el mundo para los alumnos de la universidad de la emoción, a quienes da la mano, con ellos anda y escucha el sonar de la vida. He tenido la fortuna de su compañía, de conversar con él, de que preste a Mientras la luz este poema pensado para Mari, la persona con quien ama y en quien vive.  


Mujer  herida

Te sientas en la tarde como un lago sin río
silbando en tus cabellos la teja de los lobos,
esperas que se cierren las flores de los lirios
para decirme, triste, que nunca estaré solo.

Y sientes que la sangre te quema como un grito,
pareces una estrella amiga de los pozos,
retumba en tu esqueleto la voz de los martillos
y el eco presentido del último cerrojo.

Tus pechos que albergaron la savia de la vida,
aquel balcón al sueño que a verte me asomaba,
dos lechos de candelas ahogadas y extinguidas
como el martirio infame de aquella Santa Olalla.

El agua de las cumbres al frío se detiene
y espera en el invierno algún rayo de sol,
cogido de tu mano, en medio de la nieve,
espero ese milagro que nos salve a los dos.