lunes, 15 de febrero de 2016

Casa de Fieras

      Advierte el Jefe que debemos seguir atentos la iniciativa del grupo de mujeres poetas que se hacen llamar Genialogías, unas cuarenta, muchas de ellas amigas de Mientras la luz. Dice que tras denunciar con energía lo inconveniente de unas declaraciones de responsable de Visor sobre la menor calidad de la poesía escrita por mujeres (en España y en el s. XX) han tomado el asunto por los cuernos. Porque cuernos tenía. Así, en colaboración con la editorial Tigres de Papel, van a crear una colección en donde se rescaten textos afilados y agotados de poetas mujeres y españolas. Por fin Torremozas no estará sola. Comenzarán con Juana Castro, Los cuerpos oscuros, y Mª Victoria Atencia, Marta y María. Cuentan con la colaboración de Cristina Morano en el diseño. Bien hecho. Llevan recogidos más de 5000 euros, pedían 4000 para comenzar, en esta cuenta de Verkami. Alta luz y esperanzas altas.

Martes 9. Riojano

Jorge durante la presentación 
de Amor fouel jueves 11.

      En pleno barrio de Salamanca, el Centro Riojano ha hecho apuesta por la Poesía. Rosaura de la Cueva dirige con modestia y decisión una tertulia semanal. Segundos martes. En éste, 9 de febrero, acudió Jorge Urrutia presentado por Milagros Salvador.  No suele estar Jorge cómodo en las lecturas. Es esta la segunda suya a la que asistimos. Lo decimos por sus excesivas justificaciones, sobre todo en lo que afecta al carácter algo cerrado de una poesía cercana al autoanálisis. Señaló que hace tiempo tomó la decisión escribir en tercera persona, por eso del distanciamiento. Pero en realidad escribe para anotar la mirada de la primera. Subjetivismo disimulado. Cuarenta minutos que dieron para muchos poemas. Hubo afán lector. Poeta reconocido, es cierto que su obra no está divulgada profusamente. ¿Pero cuál lo está? ¿Quién como Benedetti? Poemas de corte reflexivo sobre el peso del existir. ¿Hay otro tema? La anécdota sucedió a la hora de cierre. La coordinadora quiso halagar al poeta con la lectura de un poema de juventud que a ella le gustaba en especial. Pero a él lo contrario. Lo rechazó públicamente. Hay obsequios que matan. Tenemos dicho que después de la palabra del poeta nadie debe hablar, ni comentar, ni preguntar, ni alabar, ni especular, ni…   sencillamente: es el tiempo del vino en compañía.

Jueves 11. Fieras

Juan Antonio y Paz

     Alberto Gª Teresa, que dedicó su tesis doctoral a los poetas de la conciencia crítica y que labora en las bibliotecas municipales de Madrid, es el mentor responsable de un ciclo que ocupa los juevestarde de febrero. Se celebra en la Eugenio Trías, antigua Casa de Fieras del Retiro madrileño. Recinto novedad del año en esto de las convocatorias. Un poeta de obra reconocida acompaña a uno que emerge. Paz Cornejo es de Arganda y emergente, la presentó Alberto y dijo sentirse periférica a tope, que en Madrid-ciudad juega en campo contrario, y que en su obra trata de reflejar la realidad cotidiana de la afueras. La del sueldo sin sueños, la de Ikea y Zara como ideales, la del trabajo inestable y ralo, La de mañanas de cercanías y crisis. Poemas cortos que pretenden golpear conciencias. Fotografías emocionales de cuanto allí ocurre. El extrarradio como motivación. Concisa y apenas sin novedades formales, sus poemas sociocríticos y bienintencionados terminan por ser previsibles. Aunque el texto con que cerró sus lecturas anuncia un tiempo diferente. Juan Antonio Marín era el poeta invitado de obra reconocida. Pero tampoco está satisfecho. Los premios Adonais y José Hierro no han logrado disipar las sombras. Piensa que su obra no llega, no trasmite con inmediatez y manifestó su deseo por hacer más transparentes sus abstracciones, sus obsesiones (lo presentó Javier Lostalé). Es poeta autorreferencial que escribe del yo desde la angustia de la soledad, desde la insatisfacción. Realidades nacidas de las ausencias constatadas, golpeadoras de una sensibilidad en excitación. Esas que le llevan desde la sutileza de la observación al lamento flagelado, a la revuelta de lo imposible. Bella en su construcción, bella en el largo aliento de los poemas. Sorprendió con los tres inéditos finales. Con tres llamadas de auxilio. Con tres buceos viscerales en su infancia, en su presente. Potentísimos. En fin, un ciclo de buen diseño. Y un público no muy numeroso, pero jaspeado de poetas amigos.   

Viernes 12. Más Fieras

Jon Juaristi y Nacho Sánchez
  
En el Ateneo, y con una lectura, presentaba Jesús Munárriz, el editor Hiperión, su antología Materia de asombro. Lectura prologada por palabras de Fernando Beltrán, uno de los últimos poetas de una casa otrora grande y ahora en recesión voluntaria (sinecura de premios aparte).  El jefe quiso que volviéramos a las Fieras. Allí, en una sala pequeñísima, donde dicen que entristecía el león, hacía público la editorial Vitruvio el texto Diaria, de Ignacio Sánchez. Poemario que obtuvo el premio Covibar-Ciudad de Rivas. Jon Juaristi realizó la presentación en tono conversacional. Desde la cercanía al autor y a la obra, señalando su carácter elegíaco y la seriedad de su propuesta y resaltando el diálogo entre el yo y el nosotros desde el que suele construir Ignacio. Usó para ello, malcitando su nombre, el texto que Pedro A. González Moreno había escrito para Calle del reloj, la anterior entrega del poeta. Luego estuvo algo zacandil interrumpiendo la lectura del autor con preguntas e insinuaciones, pero logrando un tono distinto a las seriedades habituales. Ignacio es poeta que se consolida y del que esperamos. Y aunque este libro, escrito con anterioridad a Calle del reloj no recoja su momento actual, nos reafirma en su apuesta por el uso de la construcción cadenciosa del poema, por el respeto a la forma para lograr la libertad en el trato de los asuntos. Dijo Jon que muchos de los poemas podían entenderse como canciones, por lo sutil de su musicalidad.  En cualquier manera es poeta a lo machadiano de escribir cuanto se pierde. Incluso los anhelos de una generación. Como en este poema que añadimos.


Hay historias que cuentan su silencio
aunque ya nadie escuche.
¿Os acordáis? Estábamos
sin voz entre los rostros de la infancia,
altivos y peinados en la foto
amable del progreso,
abriendo el porvenir como un regalo.

Hablo de los ochenta.
Por vez primera el mundo
-así nos lo dijeron-                                      
                                  estaba a nuestro alcance.
           
Bastaba con guardar
la historia y sus preguntas                                                    
                                  en un cajón inútil,      
bastaba con seguir aquel guión         
que el siglo nos había reservado.

Y no nos dimos cuenta,
                                  pero entonces teníamos                     
el mismo brillo ingenuo
de aquel país pasado a limpio.
Porque quién de nosotros
no sintió alguna vez
los pasos cómplices del tiempo,
la fe en que todo lo mejora hasta llegar
a la mentira que habitamos,   
a esta página rota
que es nuestra                        
                               y es de todos.

Solo más tarde comprendimos
la trama y la verdad de tanto lujo,
su grito sordo de miseria.
Solo más tarde nos buscamos
más allá de nosotros,                                    
                               como mudos testigos.
                                  
Al final de la historia,           
allí donde ya estábamos                                                                   
                            –según nos advirtieron-,
es hora de volver       
al día que se abre                   
                              y encontrar
las manos repartidas de la luz,
las palabras que esperan
debajo de un silencio.

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