martes, 27 de junio de 2017

Dos poemas de Alfonso González-Calero

      Ay de los poetas tardíos, gemía el Eclesiastés. Los que luego fueron ignorados en la jornada del monte de las bienaventuranzas. Un libro reciente, La musa a la deriva, de Pedro A. González Moreno, se ocupa de ellos con justeza. Son más abundantes de lo que se cree. Algunos fueron de vocación temprana y han necesitado el paso del tiempo para vencer el pudor de mostrar. Conozco el tema. Por ello comprendo la tardanza y la decisión de Alfonso Conzález-Calero García: el periodista, el promotor editorial, el agitador de espíritus, el hombre siempre al servicio de la cultura castellano-manchega, en dar a la luz su producción poética (1985-2015) que ha agrupado bajo el título de Ida y vuelta, aparecida recientemente en Biblioteca Añil Literaria. Poeta tardío sólo en apariencia.


      La excesiva amplitud cronológica de la muestra podría indicarnos una voluntad antológica de obras anteriores, pero quienes conocemos la persona y la labor de Alfonso, sabemos que no es así, sino que es libro que nace por acumulación, por desborde, por la incapacidad de su autor para sostener en el redil lo que pugnaba por ser aventado. Es un libro amplio, a pesar de la purga que el autor ha debido someter a lo que vivía remansado, y distribuido en seis apartados. Los poemas, sin título, no respetan escrupulosamente el orden de creación, sino que buscan agruparse por intereses comunes. Vienen dominados por la reflexión sobre la aventura del vivir, sobre el enigma de la existencia, sobre la violencia o no del destino. “¿De qué estás hecho – dice el poema final de la tercera parte-  de tu propio orgullo/ de obras de los otros/ de despojos/ y del leve cariño de unos cuantos.” Y es que el hombre deviene en soledad aunque no la busque; y es que el hombre se pregunta por el significado de la palabra mañana, cuando la palabra ayer aún no ha sido entendida. Poesía de la existencia, más que de la edad, que también: los primeros poemas fueron escritos con el autor en 34 años. Digamos que el libro se construye con poemas fechados y con citas provocadoras No son meros adornos, como en ocasiones sucede. Citas a las que en general responden los poemas, y fechas significativas de estados límites de emoción que nos conducen siempre hacia la introspección, hacia el adentro del hombre exacto que sostiene al poeta. Son en general poemas breves, como apuntes, como dardos. “En una sola frase/ captas/ sabes/ conoces/ lo que se te ha ocultado/ en muchos años”. La violenta mansedumbre que lo habita, hace gozosa la lectura de este Ida y vuelta en donde cualquier hombre puede sentirse reconocido, interpelado, buscado. Fieramente humano, por emplear el término de Blas, pero escrito con el sosiego del que se sabe íntimo, sin deseos de provocar ni provocarse sino con la ambición de poder decirse,, escarbarse, aunque sea mínimamente. Y dejar nota sobre lo hallado. Alfonso titula Para dudar que vivo el primer apartado, y esa duda, la de qué significa vivir, es la que tiñe cualquier pared, cualquier página, de este poemario, que si no fuera por lo desgastado del uso, uno lo tildaría de honesto, solamente por la sinceridad desde la que está levantado. Y es que vivir, aún sin saber para qué sirve, terminará costándonos la vida. Un gasto inútil a veces. Un ida y vuelta al que nos es difícil, salvo en precisos instantes, encontrarle sentido. Aquí el poeta que es Alfonso, cuando decide ejercer su madurez como tal, lo hace siempre traspasado por las incógnitas, instalado en la frontera entre lo decible y lo indecible.  Yo creo que tanto en el trasluz como en la zozobra de Alfonso González-Calero es posible encontrarse. Encontrarme.

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NUEVE
 
La lluvia oculta el cielo
Adelanta la noche
Siembra el ruido de mil furias
Contra la tierra,
Parece querer borrar nuestros contornos

Y me preguntas, ¿Cuándo terminará?
Nadie lo sabe
Sólo sabemos que abandona,
Pero no cuando.

            Tavernes  14/09/02

ONCE

Tienes que decirlo,
En dos palabras.
Evita rodeos.
Sobran los vacíos adjetivos.
Los circunloquios opara bienpensantes.
Los eufemismos para los miedosos.

Tienes ya que decirlo
En dos o tres plabras,
Sin retótica:
La vida duele.

           Madrid  12/11/02  Metro   


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